"Prohibido golpear al regidor"
El Colegio de Abogados exhibe en Colón cuatro siglos de su historia fundida con la de la ciudad
Madrid recupera su memoria. Esmaltada por los pinceles de Goya y Claudio Coello, iluminada con haces renacentistas de luz claroscura y envuelta en el aroma que aún impregna añosos códices de fueros medievales, la ciudad aparece sabiamente retratada en una exposición abierta la semana pasada. Madrid Villa y Corte y su Ilustre Colegio de Abogados es el título que nombra la muestra, un recorrido descriptivo completo sobre el entronque en Madrid de este gremio profesional, columna vertebral de la vida civil madrileña (38.000 colegiados) y gestor de la defensa de la sociedad capitalina.El catedrático de Historia del Derecho Rogelio Pérez Bustamante ha sido el cerebro. Sus manos, José María Campo, autor del montaje. El diseño ha correspondido a José Ramón Inchorbe Garín con la ayuda de un equipo de iluminadores italianos, y la coordinación del proyecto, a Julia Irigoyen. Nueve documentalistas han perfilado la memoria, mientras que la bolsa -más de 50 millones de pesetas según Pérez Bustamante- ha sido llenada por Caja Madrid, Caser, y el propio Colegio de Abogados. Su decano, Luis Martí Mingarro, se mostraba pletórico al recibir el viernes a sus invitados y agradecer al Ayuntamiento su temprana disponibilidad para acoger la exposición en el corazón mismo de Madrid.
El visitante participa de la historia de la corporación letrada en la ciudad mediante una trayectoria visual que recorre en imágenes, sonidos y libros la vida de los abogados madrileños: desde el mentidero de las gradas de: la iglesia de San Felipe, primera sede gremial junto a la Puerta del Sol, hasta el moderno palacio de los Ruiz de Asín, antes del marqués de Portago, que hoy acoge la sede colegial al principio de Serrano.
La exposición cuenta cómo ha evolucionado esta profesión, con nombres y apellidos, desde su primer decano, Ascensio López (1597), hasta nuestros días, con la memoria fija en personalidades señeras de la toga corno Osorio y Gallardo, Manuel Cortina -30 veces consecutivas al frente del decanato-, Goicoechea y Pedrol Ríus, entre otros próceres. Al gunos de sus retratos en óleo o bronce, firmados por Benlliure, Rosales, Piñolé, Segura o Macarrón, más un Antonio López chagalliano, salpican de luz el itinerario. Un fuero de la ciudad, datado en 1202, el primero del que se conserva memoria y texto, recuerda la "prohibición de golpear LI regidor, aunque lo haga mal", como ironizó el alcalde José María Álvarez del Manzano durante el acto inaugural. El Vocabularium de Elio Antonio de Nebrija o los textos de todas las Constituciones, dotan valiosamente el patrimonio bibliográfico exhibido.
Cruza luego el. relato por la germinación de la profesión letrada en sus potentes nexos con la defensa de los pobres frente a los poderosos, para proyectarse al poco sobre el surgimiento de la burguesía madrileña y dar fé luego del empuje liberal y del progresista, siempre potentes en su seno, tendencias en las cuales los abogados de Madrid y su colegio desplegaron un papel crucial, incluida la reciente transición a la democracia. La suave impronta masónica, laica y avanzada, se percibe en la atmósfera del relato, amén de las advocaciones marianas ejemplificadas en la Purísima de Claudio Coello, pintada en 1695. El retrato del fiscal y oidor Juan Antonio Meléndez Valdés, "por su amigo Francisco de Goya", como reza el pie pintado en 1797, expresa en la mirada todo el ingenio y la atención que los profesionales de este gremio han de mantener, cuenta un letrado, para esgrimir los mejores argumentos con los que defender a los indefensos y conseguir que la Justicia prevalezca.
Madrid, Villa y Corte y su Ilustre Colegio de Abogados. Centro Cultural de la Villa (metro Colón). Hasta el 7 de julio. Gratis. 575 60 80.
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