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Reloj

Detén tu camino... Esta precipitada propuesta de nuestro flamante ministro de Exteriores, amplificada por el de Economía, ha provocado una marejada financiera que ha obligado al Gobierno a una apresurada rectificación. A veces, un desplante revela debilidad, sobre todo cuando se trata de un tema tan sensible como la realización del programa-calendario de la Unión Europea.La propuesta de parar el reloj, truco tradicional de las negociaciones comunitarias para llegar a acuerdos, es de muy dudosa aplicación en la caso de la Unión Monetaria. La moneda es un valor social básico, cuya aceptación debe ser general por el común de los mortales, y eso no se arregla con una finta al último minuto.

Se trata de un examen ante el que caben dos enfoques. Uno es proseguir el esfuerzo sostenido para aprobar en la convocatoria de 1998; otro es partir del fracaso y, por tanto, buscar trucos para incidir en el resultado final.

Ahora bien, en este examen se da la circunstancia de que coinciden examinadores y examinados, por lo que es de suponer que las normas de la razón se aplicarán a la hora de pasar esta reválida. No se trata ni de un test a corregir por ordenador ni de un formulario a presentar en ventanilla. "¡Vuelva usted mañana!". Por eso tiene sentido hablar de "flexibilidad razonable" como criterio de valoración del esfuerzo.

De hecho, el mismo tratado la prevé en su artículo 104. A título de ejemplo, ¿sería imaginable que Alemania o Francia quedaran fuera de la Unión Monetaria si su déficit presupuestario fuera del 3,5% en 1997? Aunque uno recuerde con admiración a aquellos profesores capaces de suspender con 4,95, el caso no es asimilable. Ni el alumno formaba parte del tribunal ni cabía recurso. La crítica más extendida en España es que no cumplimos con los criterios de convergencia. Cierto. No es sólo nuestro caso, sino el de la práctica totalidad de nuestros socios comunitarios (excepción hecha de Luxemburgo), así como hay países terceros que cumplen con ellos.

No se trata de una excusa del tipo "mal de muchos...", sino de la demostración del sentido de la convergencia como tal. Su formulación en el tratado fue el resultado de aceptar la teoría de la coronación alemana con una unión política no tan elaborada aún -ésa es una de las razones de la Conferencia Intergubernamental en curso- Aunque hay un hecho fundamental: el Banco Central Europeo funcionará con un federalismo perfecto (un Estado = un voto, incluido Luxemburgo, sin moneda propia).

Los criterios de convergencia cumplen el papel de pautas de orientación y pruebas a superar -exámenes parciales- para establecer la disciplina necesaria en las finanzas públicas, reducir las presiones inflacionistas, abaratar el precio del dinero y generar estabilidad en los mercados financieros. El no cumplir con uno u otro de los indicadores no anuncia en sí un suspenso en el examen final, no es sinónimo de falta de disciplina o de esfuerzo.

Lo que cuenta es la tendencia y, si se examina el camino recorrido por España en los últimos años, ésta es claramente convergente, con efectos benéficos para los ciudadanos, como son una menor inflación, reducción del impuesto ciego sobre los asalariados y pensionistas; un precio, del dinero más barato -positivo para la industria y los consumidores-, y una política de contención del incremento del gasto público. Significativamente, este avance ha ido a la par con la generación de empleo, aspecto en el que, sin duda, el Gobierno empezará a utilizar la cifra de paro registrado, que es la homologable a nivel europeo, y no la de la Encuesta de Población Activa.

Por tanto, la cuestión reside en la valoración conjunta y sensata de los criterios y su realización, así como su sostenibilidad. Existe, en efecto, el riesgo por parte de todos los socios de realizar operaciones de poda o de maquillaje en 1997, con consecuencias negativas al no ser sostenibles en el tiempo las medidas. Y sobre todo, hay una obligación, que no aparecía con tal fuerza en el momento de negociar el tratado la creación de empleo como prioridad estratégica.

En cualquier caso, la reacción de los operadores ante estas imprudentes declaraciones demuestran una cosa: que cada vez se da más por descontado que la Unión Económica y Monetaria va a ser realidad.

Lo razonable es seguir preparándonos como sociedad con esfuerzo y tesón, conscientes de que se trata de un acto político de decisiva importancia para nuestro futuro, tanto español como europeo. No se trata de una comprobación tecnocrática de porcentajes o de una decisión en función de la coyuntura. Por eso hay que tener el reloj en hora, huir de "la noche perpetua" que pedía Lucho Gatica, y avanzar "poco a poco", aunque es de temer que este magistral bolero no figure en el repertorio de Julio Iglesias.

Enrique Barón es eurodiputado y miembro de la Comisión de Exteriores del Parlamento Europeo.

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