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El 'efecto party'

Oído y vista seleccionan conversaciones interesantes en medio del ruido

En medio de una fiesta ruidosa donde muchas personas hablan a la vez somos capaces de distinguir una conversación específica. Es el llamado efecto cóctel o efecto party, una forma de oido selectivo que tiene mucho que ver también con el hecho de que los miopes oyen mejor con las gafas puestas o que la voz de un actor de película parece proceder directamente de sus labios en la pantalla y no de los altavoces de la sala de cine. El truco de oir un sonido determinado filtrando los ruidos irrelevantes se intensifica al hacer casar la fuente de sonido con una pista visual. Jon Driver, de la Universidad de Londres, ha hecho unos experimentos que desvelan este proceso de acción cruzada.Aunque no nos demos cuenta, nuestra percepción del mundo que nos rodea es extremadamente activa. Más que permanecer de brazos cruzados, pasivos, esperando que nos lleguen sonidos e imágenes, nosotros los buscamos en el entorno. Si los antepasados del hombre no hubieran, evolucionado en este sentido habrían sido sorprendidos constantemente por todo tipo de peligros y a lo mejor no estarían aquí sus descendientes para contarlo, y estudiarlo.

Los experimentos de Driver, cuyos resultados se han publicado en la revista Nature, apuntan a un proceso de acción cruzada como clave de esta atención selectiva. Al rastrear el entorno en busca de información, intentamos casar datos adquiridos con los diferentes sentidos. Cuando el movimiento de los labios corresponde con los sonidos, la habilidad de localizar la fuente resulta muy reforzada. Como es difícil ubicar exactamente la fuente de sonido por sí misma, las pistas visuales son muy útiles y refuerzan la atención selectiva hacia el sonido en cuestión.

En uno de los experimentos, Driver pidió a los voluntarios que miraran una pantalla en la que aparecía una mujer pronunciando una serie de palabras inconexas y que las repitieran. Algo muy simple, excepto por el hecho de que las palabras iban mezcladas con otra pista de sonido en el altavoz, de manera que cuando la locutora decía en la, pantalla "perro", se oía a la vez "perro" y "gato". Los voluntarios tendrían que ignorar "gato".

Cuando el altavoz estaba al lado de la pantalla, los voluntarios se equivocaban más del 40% de las veces, pero cuando se apartaba el altavoz de la pantalla, acertaban más de las tres cuartas partes de las veces.

La ilusión creada en los sujetos del experimento era que los sonidos procedían de dos fuentes diferentes: los correctos parecían salir directamente de los labios de la locutora en la pantalla, mientras que los sonidos de "distracción" venían del altavoz apartado. Esto ayudaba a los voluntarios a separar los sonidos en su cerebro y, por tanto, a concentrar su atención.

Driver explica que estos experimentos muestran la importancia del proceso de acción cruzada. En su experimento, las personas casaban los sonidos a una fuente visual y mejoraba así su atención selectiva. Esto significa que antes de enfocar bien la atención, comparamos imágenes y sonidos para comprobar que encajan entre sí.

Esta acción cruzada es la que permite en una fiesta ruidosa oír una conversación seleccionada e ignorar el ruido de alrededor.

Copyright Nature News Service

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