La clave está en un despacho de Londres
Fininvest fue durante mucho tiempo la anomalía, el único gran grupo privado sin las manos en la densa masa del pago de tangentes, o comisiones ilegales, habituales en un país en el que ayer mismo al presidente de Fiat, Cesare Romiti, se le imputaron nuevos cargos por ese concepto. A los magistrados de Milán les costaba creerlo, y, al menos desde hace más de dos años, buscaban con ahínco la caja fuerte capaz de costear una vida secreta, y menos virtuosa que la oficial, de Silvio Berlusconi. Creen haberla encontrado en el despacho de un abogado de Londres.David Mills se llama este abogado -ya conocido por otras peripecias de pagos dudosos de empresas italianas-, que creó y gestionó la veintena de sociedades que integran la red exterior de Fininvest. Hace un par de semanas, su domicilio profesional fue registrado por agentes del Serious Fraud Office londinense, en respuesta a denuncias de la magistratura milanesa de que el despacho de Mills escondía secretos, no sobre la financiación de políticos, sino sobre manipulaciones fraudulentas de los fondos de un importante grupo europeo.
Contactos previos entre policía italiana y servicios secretos ingleses desembocaron, según contaban ayer las agencias italianas, en la confirmación confidencial de importantes trasvases de fondos del grupo de Berlusconi a través de la City.
La semana pasada, en el contexto de las diligencias sobre Mills, los magistrados italianos fueron autorizados a inspeccionar ocularmente los documentos incautados durante el registro del despacho. Tales documentos aún no están a disposición de Italia, pues Mills se opone a su entrega. Precisamente hoy, el abogado de la City comparecerá ante un juez londinense por ese motivo.
Pero, al parecer, los fiscales milaneses han. visto ya suficiente como para confirmar cosas que sabían; por ejemplo, que Giancarlo Poscale, cuñado de Berlusconi, fue el fundador de All Iberian, la sociedad de la que partió un pago importante a favor del ex líder socialista Bettino Craxi, actualmente escondido en Túnez. Ésa y otras confirmaciones les bastan, porque sostienen que los hechos pueden ser probados por otros medios.
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