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Tribuna:EL NUEVO GOBIERNO
Tribuna
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Katalanes

EL PNV y CiU son las dos formaciones con un mayor índice de compatibilidad, según un estudio sobre estabilidad de las coaliciones que acaban de realizar dos profesores de la Universidad del País Vasco. Compatibilidad teórica: el domingo, lñaki Anasagasti aludía a la "rabieta de Pujol, que no resiste que nuestro Estatuto sea mejor que el suyo". Sobre todo por el Concierto Económico, no reclamado en su día por los catalanes "por considerarlo una antigualla".La desconfianza viene de lejos. En 1894, la revista catalanista La veu de Catalunya había publicado un artículo sobre el incipiente nacionalismo vasco en el que se abogaba por que un día "euskerianos valencianos, baleares y gallegos [además de catalanes] podamos entonar el venturoso himno triunfal, cada cual en su lengua madre y unidos todos con el noble espíritu de la grandeza de nuestra patria natural y de la grandeza de una España de pueblos hermanados por el interés común y por el mutuo respeto a la manera de ser de cada uno". En una airada respuesta, publicada en Bizkaitarra, Sabino Arana rechazaba cualquier paralelismo, y expresamente la posibilidad de una alianza "entre los catalanes y los bizkainos" ya que "Cataluña padece por la ingratitud ole su propia madre España, mientras que Bizkaya es presa de! una nación extraña que es precisamente la patria común de los catalanes, baleares, gallegos, valencianos, etc". La conclusión era que así como "la política catalana consiste en atraer a sí a los demás españoles", la vasca "en rechazar de sí a los españoles como extranjeros".Hace años que el nacionalismo vasco renunció -con algunas recaidas esporádicas en la craneometría-a políticas de limpieza étnica, pero siempre se han mantenido las distancias con el nacionalismo catalán. La inversa no es cierta: desde la admiración de Mañe y Flaquer por el "oasis foral" vasco, pasando por los viajes de Cambó a Bilbao para intentar convencerles de las ventajas de la autonomía, el catalanismo siempre ha intentado hacer frente común con los nacionalistas vascos. En 1978, la minoría catalana apoyó la constitucionalización de los derechos históricos de los territorios forales, así como su derivación más concreta, el Concierto económico. El PNV hacía depender su apoyo a la Coristitución del reconocimiento de esos derechos, y se consideraba suicida, desde el punto de vista de la pacificación, dejar al nacionalismo democrático vasco fuera del consenso.Sin embargo, en una entrevista publicada recientemente -en el número 12 de Memoria de la Transición, de EL PAÍS-, Arzalluz afirma, sorprendentemente, que la marginación del PNV de la ponencia constitucional le vino bien para poder jugar "todas mis bazas" y reconoce que su partido en ningún momento pensó seriamente en aprobar la Constitución, con o sin enmienda foral, porque ello sería reconocer una soberanía diferente a la vasca.Quien fuera principal negociador de esa enmienda, Mitxel Unzueta, publicaba el dormingo un artículo titulado Zorionak (Felicidades), Catalunya en el que elogiaba la clarividencia de Pujol para captar que "hemos entrado en los tiempos de la cultura de los pactos y las soberanias. compartidas" y su apuesta "no por romper el Estado, sino por cambiarlo" de manera que responda a "su carácter plurinacional". Unzueta mostraba su admiración por- el carácter tremendamente operativo del catalanismo y por su voluntad integradora, que hace que "hasta quienes dicen no ser nacionalistas estén en el fondo encantados con las realizaciones de los nacionalistas". De ahí su fuerza, concluía.¿Y Pujol? En una entrevista aparecida en la Vanguardia dijo no hace mucho que en España existe "animadversión contra Cataluña", mientras que "el español medio se ha sentido tradicionalmente muy cercano al estereotipo vasco". Según una encuesta realizada en 1994 por el CIS los catalanes se consideran de. acuerdo con el estereotipo que los cataloga ante todo como interesados, mientras que los vascos se identifican con el que los considera sobre todo nobles. Sin embargo, según el programa electoral de CiU, los recursos de que dispuso Cataluña en 1994 apenas superaron las 100.000 pesetas por persona, mientras que la cifra fue en las comunidades forales de 229.000 pesetas. ¿Será esa ventaja un síntoma de la catalanización del nacionalismo vasco que temía Arana?

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