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Antonio López dice que "sufre" todavía por el aislamiento del realismo

Antonio López recuerda los comienzos de su carrera en la galería de Juana Mordó. "Convivíamos realistas y no realistas. Nunca pensé que aquello pudiera ser un problema, pero luego he constatado como inevitable una polémica inútil que se ha enconado y que me hace sufrir, como supongo que hará sufrir a alguno del otro lado". "Depende del nivel de neurosis de cada uno", dice el artista manchego, que ha mandado ocho obras a la exposición que hoy inaugura en la Academia de España en Roma junto a María Moreno, Isabel Quintanilla y Francisco López, exponentes del realismo madrileño.

Los bustos del arquitecto Rafael Moneo y su esposa, realizados en 1963 por Francisco López, presiden la entrada a la muestra bajo la leyenda bilingüe Desde la reafidadIDalla realtá. Son las primeras de las 16 esculturas y cuatro dibujos de este artista, nacido en Madrid en 1932, incluidas en la exposición. De su esposa, Isabel Quintanilla, hay 11 óleos y cuatro dibujos; y de María Moreno, casada con Antonio López, 11 óleos y tres dibujos.

Son, pues, 57 las obras que componen la exposición romana de Los Lópeces. Antonio, probablemente el más conocido de todos ellos, está representado por el Hombre y mujer en madera policromada que se exhibió, por primera vez en la exposición que le dedicó el Reina Sofía y que fue seleccionada por Jean Claire para la exposición Identidady alteridad de la Bienal de Venecia el pasado año. A esta obra, se ha dedicado una sala en la que aparece rodeada por seis grandes dibujos con bocetos y apuntes del gran hombre desnudo. Enfrente, en el otro extremo del piso bajo del recinto expositivo de la Academia romana, se encuentra una vista de Madrid Sur, cuadro de considerables dimensiones procedente de la colección Masaveu.

Jardines sin figuras

En el resto del piso bajo, se encuentran los óleos de las dos pintoras y las pocas esculturas de Francisco López que no están en el pasillo de entrada. María Moreno, en la derecha de la sala, ofrece varias vistas de jardines sin figuras, de un verde tenue, y dos imágenes de la Gran Vía de Madrid. La contribución de Isabel Quintanilla comienza con obras más mágicas que realistas realizadas en 1963 durante su es tancia en la Academia de España en Roma, donde su marido fue becario, y prosigue con unas su gestivas visiones a través de ven tanas para desembocar en el rea lismo puro de su retrato de Francisco López. También del escultor hay obra prerrealista fechada en su periodo romano y, junto a figuras de madera y bronce o re lieves de cerámica que represen tan un mundo extraño por su aplastante autenticidad, dos preciosos dibujos de gran formato.José María Viñuela, conservador del Banco de España y comisario de la exposición, la considera adecuada a las características del local, aunque no lo suficientemente amplia como para potenciar el conocimiento Los Lópeces en el mercado italiano.

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