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"Una buena película funciona bien en todas partes"

Este autor de películas premiadísimas en Europa es un buen ejemplo del éxito, capaz de sobrepasar los límites de la fraternidad cinéfila para conquistar también comercialmente al público mundial con productos como La Joya de Shanghai, que se estrenó ayer en España, o La linterna roja.Zhang Yimou, que nació en 1950 y sufrió la Revolución Cultural, al que obligaron a interrumpir sus estudios para trabajar como campesino y como obrero, y que únicamente en 1978, después del derrocamiento de los guardias rojos, con siguió desembarcar en la Academia de Cine de Pekín, se ha convertido hoy en una especie de objeto de culto. Cortejadísimo por los americanos (aunque nunca ha querido ceder a las lisonjas de Hollywood, y a pesar de los problemas; con la censura que tiene en su patria todavía vive y trabaja en Pekín), un grupo estadounidense ha acudido a Florencia para filmar cada uno de. sus pasos con el fin de realizar un documental sobre la preparación y la puesta a punto de su Turandot de l997 (Zubin Metha llevará la batuta).

Curioso por todo, fascinado por el mundo de la lírica, Zhang se presta paciente al asedio, entre una visita a los talleres de escenografía y otra a la sala de ensayo del coro. Tiene un rostro huesudo y melancólico, de guerrero antiguo, y un vigor ascético, vagamente intimidador.

"No tengo experiencia en la lírica", recalca, "pero creo poder hacer un Turandot distinto de los habituales en Occidente. El libreto habla de una China de fábula, intemporal, y todas las versiones occidentales mezclan caóticamente elementos de épocas y regiones diferentes, una mezcla que a nosotros los chinos nos parece extremadamente ridícula. En lugar de eso, yo, que seré el primer chino que ponga en escena una ópera italiana, trato de escoger un periodo histórico definido al que ajustar todo el espectáculo, que estará basado en la auténtica tradición de mi país. Un escenógrafo y un coreógrafo chinos' colaborarán conmigo para ese propósito".

Pero a Zhang Yimou le agrada, sobre todo, que le pregunten sobre cine. Por ejemplo, sobre el gran despertar del cine chino. ¿Lo considera sólido, duradero, o es un espejismo occidental? "Hay un cierto florecimiento productivo« Pero considerando que el cine en China está completamente condicionado por los avatares políticos, la vivacidad actual sólo estará garantizada si el país continúa abriéndose eco nómica y políticamente al exterior".

China, según refieren las crónicas, está siendo invadida irremediablemente por películas de serie B: thrillers sanguinolentos, historias de kung-fu, melodramones al estilo de las telenovelas. ¿Ahoga esta producción al cine de calidad? "Es una situación que se repite en todas partes. ¿Acaso en EEUU la producción de películas de calidad no es infinitamente menor respecto a aquella, puramente comercial? En China, de todas formas, si una película es bonita tiene espectadores: hay un público interesado, el cine es un terna que despierta discusiones. Se habla a menudo de películas en los periódicos y el debate anima a ir a verlas".

¿Y las películas de Zhang Yimou? ¿Provocan reacciones análogas a las de los espectadores occidentales? "Nuestra cultura es tan distinta que, obviamente, hay diferencias. Ustedes, por ejemplo, no entienden nada de nuestro sentido del humor. Mi película La historia de Qiu Ju está llena de una comicidad que en Europa no se ha captado , mientras que en China la proyección se interrumpía por las carcajadas. La gente reía cada vez que la protagonista salía de casa, porque se preguntaba: ¿qué se traerá entre manos Qiu Ju? Pero, a pesar de todo, estoy convencido de que una buena película funciona en todas partes, independientemente. de las culturas. Hay una reacción interior, profunda, común a todos los seres humanos".

Zhang Yimou tiene también en su haber películas que sus compatriotas no han visto nunca, como Vivir, premiada en Cannes y no distribuida nunca en China porque la censura no la aprobó. "Censura que prevé dos niveles", explica el director. "En primer lugar, la escenificación pasa el examen de una comisión sin cuyo permiso no se puede empezar a rodar. El segundo visto bueno llega cuando la película está terminada y autoriza su distribución. El principal problema es la falta de reglas fijas. Los criterios de censura son abstractos y variables, dependen de la situación política y de las personas de cada momento".

En 1994 se dijo que su nombre se había incluido en una lista negra de siete directores oficialmente prohibidos en su país. "Ignoro la existencia de esa lista, y no creo que la haya. Mi última película, La tríada de Shanghai, no sólo se ha distribuido en China, sino que ha alcanzado los niveles más altos de recaudación de la pasada temporada. Además, empezaré a rodar en mayo una nueva película que será de producción china y estará ambientada en Pekín. Es una historia urbana que ocurre en nuestros días".

Se puede predecir que no participará en ella Gong Li, actriz fetiche de todo su cine y durante años también su compañera. ¿Su separación en la vida condicionará sus películas? "Nuestro divorcio ha sido privado, no artístico: estoy seguro que volveremos a trabajar juntos. En China hay pocos actores buenos, y ella es buenísima. No estará en mi próxima película porque en el centro de la historia hay una relación entre dos hombres, sin figuras femeninas dominantes".

Su cine ha convertido a la espléndida Gong Li en el símbolo de la condición de eterna opresión de la mujer china. "Eterna, es verdad: la sociedad china es invariablemente machista. La revolución no ha conseguido modificar esencialmente una mentalidad marcada por 3.000 años de feudalismo. La discriminación, violenta y explícita en el campo, está presente también en la ciudad, aunque más enmascarada. Víctimas de un gran atraso e injusticia, las mujeres se han convertido en las verdaderas portadoras de valores nuevos: mis películas han tratado siempre de revindicar ese papel para ellas, a quienes veo como la fuerza de nuestro futuro".

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