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Moscu y Pekín se apoyarán mutuamente en su política exterior ante Washington

Pilar Bonet

ENVIADA ESPECIAL, China y Rusia apoyarán mutuamente sus respectivas quejas por la política exterior de Estados Unidos en relación a Taiwán y la ampliación de la OTAN durante la visita que el presidente Borís Yeltsin inició ayer por la tarde a Pekín. Yeltsin llegó a la capital china en plena forma y al frente de una nutrida representación oficial, en la que figura el ministro de Defensa, Pavel Gráchov.Previamente, por la mañana, en la localidad de Jabarovsk, en el extremo oriente ruso, Yeltsin advirtió a sus paisanos que el incumplimiento del acuerdo fronterizo con China, a causa de pequeños tramos aún conflictivos, puede reabrir problemas ya resueltos y poner en cuestión nada menos que 4.000 kilómetros de fronteras.

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En virtud del acuerdo firmado por la Unión Soviética y China en mayo de 1991 y ratificado por el Parlamento ruso, Moscú debe entregar a China vanas zonas que actualmente, están bajo su control. Yeltsin dijo ayer que Rusia está obligada a cumplir sus compromisos internacionales y así lo hará. El presidente reprochó a sus compatriotas el haber olvidado los "tiempos recientes" en los que China exigía un millón y medio de kilómetros de territorio ruso y reconoció que "durante dos años y pico" no se ha podido efectuar la demarcación de dos tramos de la provincia marítima debido a los problemas existentes.

Yeltsin dijo que esperaba poder encontrar un compromiso en relación a esos dos tramos, pero se mostró inflexible respecto a otras zonas conflictivas consistentes en tres islas: dos de ellas (Bolshoi Usurinski y Tarabarova) que están sobre el río Amur en, la provincia de Jabarovsk, y la otra (Bolshoi) sobre el río Amgun, en la provincia de Chitá. "Aquí nuestra posición es firme, la frontera debe pasar por donde ha pasado siempre", señaló Yeltsin. Las tres islas en cuestión han sido dejadas al margen en el acuerdo sobre fronteras y China no fuerza la resolución del problema, según aclaró el presidente ruso.

Debido a sus reticencias históricas múltiples, China y Rusia no aspiran a formar un bloque euroasiático, pero sí parecen dispuestas a aunar sus voces frente a terceros cuando ello puede contribuir a una mejor defensa de sus intereses. Yeltsin, que -visita Pekín por segunda vez -como presidente (el primer viaje fue en 1992), lleva el encargo del G-7 para convencer a los dirigentes chinos de que se sumen a una prohibición global de pruebas nucleares. El presidente ruso ha llevado también sus quejas sobre la ampliación de la OTAN en Europa. Y todo parece indicar que los dirigentes chinos escucharán sus argumentos.

En una entrevista publicada ayer en el diario moscovita Sevodnia, el presidente chino, Jiang Zemin, manifestó que China "comprende" que Rusia esté en contra de la ampliación de la OTAN por razones de seguridad. Jiang opinó que las acciones de la OTAN deben responder a los intereses de Estado de todos los países interesados y a los intereses de paz y estabilidad en Europa y en el mundo. El dignatario chino criticó además el estado de las relaciones entre Pekín y Washington y dijo que, en su conjunto, "no están a la altura de su potencial" y "siguen siendo inestables". Concretamente, censuró la actitud de Washington en relación a Taiwan y la presencia naval norteamericana en el golfo de China. El problema de Taiwan es el "más importante y delicado" en las relaciones entre China y EE UU, dijo Jiang Zemín, que conminó a Washington a interrumpir la venta de armas a Taiwan y la "injerencia" en los asuntos internos de China.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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