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Serrat rinde homenaje a la 'cançó' con un recital pleno de emotividad

Serrat triunfó en el Palau Sant Jordi de Barcelona presentando su doble disco Banda sonora d´un temps, d´un país ante 16.000 personas. No odia ser de otra manera, pues el concierto de Serrat fue más, mucho más que un simple concierto. De alguna manara, la presencia de Serrat en el Sant Jordi el Día de Sant Jordi, el día del libro y de la rosa, era como un acto de afirmación cultural, un reconocimiento público a la nova canço, un género musical que se resistió al poder cuando hacerlo entrañaba riesgo.

Unos 20 años después, el poder se apiñaba en la platea. Había tantos y tantos políticos y famosos que enumerarlos supondría una interminable lista de ministros, consejeros autonómicos, subsecretarios, secretarios generales, de organización y de comunicación. Había cantantes, compositores, rostros televisivos, voces radiofónicas, artistras en general, famosos en particular, y esos que siempre están en el plano que la cámara enfoca. Ellos fueron los primeros en Regar.Serrat, siempre dispuesto a hacerle guiños al populismo, dispuso a todos los fotografiables doce filas lejos de escena. Las doce primeras filas fueron ocupadas por el público de a pie, el que nunca sale en fotos y se compra las entradas con la antelación de quien se afirma adquiriendo la localidad. Además, y eso Serrat lo sabe, ese público es el que apalude con un convencimiento cálido y natural, es el que no se corta gritando, enarbolando mecheros y pateando el suelo al solicitar un bis. Pero ayer al público le costó un poco entrar en calor. No hubo incialmente gritos que secundaran cada una de las canciones lo que hizo que en el global en el triunfo hubiera más seny que rauxa. No hubo la típica presión ambiental que se suele vivir en los recitales multitudinarios. Fue un triunfo serio y tranquilo.

Serrat apareció entre una cariñosa ovación. Camisa y pantalón negro, que viraba a azul según la intensidad e los focos, y una sonrisa algo tensa en ese primer momento. Sin mediar palabra atacó las primeras frases de A la vora de la nit, un viejo tema de Josep Maria Espinás. Rodeado de una potente orquesta de once músicos, Serrat retomó todas las canciones de su nuevo plástico en versión muy similares a la ya grabadas.

Fue a partir del decimocuarto tema, una canción de Lluís Llach cuando, el público empezó a calentarse. Después volvió a volcane en el Qué volen aquestra gent, de Maria del Mar Bonet; palmeó más animoso el Roseta d´Olivella y recibió efusivamente la serratiana Men vaig a peu. D´un temps d´un país, casi cerrando el recital, se mostró como el punto álgido de la velada: el público rubricó con aplausos cada una de las frasea a pesar de no corear la canción y, al final, ovacionó a Raimon sentado en la fila 13.

Tras el tema de Raimon, una secuencia de fotografías recordó a los poetas y cantantes fallecidos y Serrat atacó la recta final con otra versión de Maria del Mar Bonet y el ecuménico Anirem tots cap al cel, en el que fue secundado por una veintena de voces históricas de la canción catalana, entre los que se encontraban Ramon Calduch, Núria Feliu, Ramon Muntaner, José Guardiola. Finalizó la noche el Havia de ser així y dos bises: las repeticiones de Noia de porcelana y d´un temps d'un país.

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