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Clinton y Yeltsin aparcan sus discrepancias ante la cercanía de las elecciones

Pilar Bonet

Los presidentes de Rusia y Estados Unidos, Borís Yeltsin y Bill Clinton, mostraron ayer en público sus discrepancias sobre la ampliación de la OTAN, pero dijeron haber hecho progresos para solucionar los problemas pendientes en tratados de desarme suscritos en el pasado, durante las conversaciones de casi cinco horas que mantuvieron ayer en el Kremlin. Los dos dirigentes, que se enfrentan a las urnas este año, evidenciaron también una alianza tácita para no crearse dificultades en sus respectivas campañas electorales.

Yeltsin volvió a insistir en el reconocimiento de un derecho de veto para Rusia sobre la ampliación de la OTAN, y dijo que Clinton había prometido "influir" sobre sus aliados para que no se fuerce durante "algún tiempo" la ampliación de la OTAN. "Y después tendremos que encontrar entre los dos una forma que nos permita llegar a una solución satisfactoria para todos", señaló. Esta solución, según Yeltsin, puede ser un tratado en el que se constate que "ningún país puede ser aceptado en la OTAN sin Rusia".La posición norteamericana, sin embargo, no ha cambiado, según se apresuró a responder Clinton. "Nuestras diferencias son bien conocidas", señaló el presidente. Ambos dirigentes constataron, sin embargo, progreso en la superación de discrepancias tanto en lo que se refiere al Tratado de Misiles Antibalísticos (ABM), que data de 1972, como sobre el Tratado de Desarme Convencional en Europa (CFE), firmado en 1990. En el primer documento, el problema estriba en aclarar si el tratado se aplica también a los sistemas de defensa contra misiles de corto alcance, para lo cual las partes, deben ponerse de acuerdo en la definición de los parámetros que distinguen los sistemas de misiles antibalísticos y los sistemas de misiles de corto alcance.

En cuanto al desarme convencional en Europa, el contencioso tiene su origen en la concentración de tropas y equipo militar de Rusia en varias zonas de su territorio por encima de los límites previstos en 1990. Moscú ha pedido que el documento sea renegociado, ya que fue concebido para la URSS y no responde a las actuales necesi dades defensivas rusas. Yeltsin reconoció ayer que Rusia tiene más efectivos de los permitidos en el enclave de Kaliningrado y en la provincia de Leningrado, adonde fueron trasladadas parte de las tropas retiradas de Alemania, y también en la conflictiva zona del norte del Cáucaso.

Reunión de Ginebra

Yeltsin y Clinton se pusieron de acuerdo en concertar sus posiciones antes de la reunión que debe revisar el tratado el próximo mes de mayo en Ginebra. El líder ruso señaló que Estados Unidos dará algún tiempo a Moscú para desplazar su armamento y aseguró que el Kremlin está dispuesto a quitar parte de su equipo de varios puntos con el fin de resolver la cuestión de una forma definitiva en Ginebra.En lo que se refiere a Chechenia, el presidente Clinton dio un espaldarazo a Yeltsin al recurrir al denominador común de la integridad del Estado para trazar una comparación entre la guerra de secesión norteamericana y la guerra en la república independentista. Clinton, que subrayó el carácter sangriento de la guerra de secesión, apoyó la búsqueda de una solución política para el conflicto de Chechenia, y señaló que estaba dispuesto a cumplir varias tareas que el presidente Yeltsin le había encomendado con ese propósito, aunque no especificó cuáles. "La posición de EE UU es que Chechenia es par te de Rusia, pero, al fin y al cabo, un país libre tiene que ser una asociación libre y debe haber algo más aparte de los combates", dijo Clinton.

El presidente ruso, por su parte, reiteró que no se llevan a cabo acciones, militares en Chechenia desde el pasado 31 de marzo, cuando anunció su plan de paz, y señaló que ya hay contactos con Dudáiev. Entre los políticos que se han ofrecido como mediadores está Hassan II de Marruecos.

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En algunos aspectos, la reunión de ayer fue una prolongación de la cumbre sobre seguridad nuclear que mantuvieron previamente los líderes del G-7 (el grupo que forman los siete países más industrializados del mundo) en Moscú. La semana próxima, Yeltsin podrá compensar su frustración por no haber sido admitido como miembro del G-7 actuando como embajador del grupo ante China para que Pekín se sume a la prohibición global de pruebas nucleares.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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