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La guerrilla colombiana mata a 31 militares y hiere a 21 en una emboscada en los Andes

El fuego cruzado de dos grupos guerrilleros colombianos sorprendió el lunes en plena sierra andina del suroeste del país a un convoy del Ejército. La sangrienta emboscada se saldó con 31 militares muertos (30 soldados y un suboficial),y otros 21 heridos. "No voy a hablar de diálogo. Estamos en guerra y como soldados vamos a seguir cumpliendo con nuestro deber de combatir" advirtió ayer el comandante del Ejército colombiano, el general Harold Bedoya, al relatar a la prensa detalles del ataque ocurrido en la provincia de Nariño, próxima a la frontera con Ecuador.

Dos comandos de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y uno del ELN (Ejército de Liberación Nacional) abrieron fuego a las seis de la tarde del lunes contra el convoy, pero la noticia no llegó hasta medianoche (primeras horas de la mañana en España) a los altos mandos en Bogotá.En un principio se habló de un accidente en un campo de minas, pero luego quedó claro que los soldados fueron atacados con explosivos, granadas y armas ligeras. Los soldados pertenecían al grupo mecanizado con base en Itiales, la población más importante de Colombia en la frontera con Ecuador. Realizaban una rutinaria misión de vigilancia y control por un tramo del oleoducto transandino, que transporta el crudo de las selvas ecuatorianas al puerto colombiano de Tumaco, en la costa. del Pacífico. Cuando ya regresaban a su base, la guerrilla atacó una estación de bombeo del oleoducto. Cuando los soldados intentaban comprobar los daños fueron víctimas de la emboscada. Sólo uno de los heridos logró llegar a Itiales para dar la noticia a sus mandos.

La acción guerrillera ha causado sorpresa en Colombia. Tanto los jefes militares como las autoridades civiles consideraban a Nariño como una provincia tranquila. El comandante de las Fuerzas Armadas, el almirante Holdan Delgado, calificó el hecho de "tragedia extraña". Nadie niega la existencia de unos pocos guerrilleros en la zona, donde hasta ahora no se había detectado una presencia masiva de los insurgentes. Esta provincia es vecina a la de Putumayo, sita al pie de la cordillera. Allí coincide la selva con vastas zonas de colonización, donde conviven guerrilla, mafia del narcotráfico y bandas paramilitares.

La emboscada de Nariño complica aún más la situación de orden público en Colombia. Es innegable que ante la grave crisis política la guerrilla trata de pescar en río revuelto. La semana pasada logró sembrar la zozobra en todo el territorio durante dos días de paro armado y paz. Y mientras en Bogotá y las grandes ciudades la gente sigue inmersa en los nuevos episodios del narcoescándalo, que pone en entredicho a toda la clase dirigente, en las provincias rurales los grupos paramilitares y la guerrilla campan a sus anchas.

Pero las acciones guerrilleras también se han dejado sentir en Bogotá. La tarde del lunes los habitantes de un sector residencial del norte de la capital se conmocionaron tras tres explosiones sucesivas. Pensaron que había regresado la época de las bombas del narcoterrorismo. La sorpresa fue mayor al saber que tres guerrilleros dispararon igual número de proyectiles de mortero contra la sede del Centro de Altos Estudios de la Policía.

La policía se ha convertido en el blanco preferido de los ataques guerrilleros. En los últimos 10 meses han sufrido 262 atentados. Ante esta situación, los mandos policiales decidieron cambiar de táctica y emprendieron la guerra sin cuartel: desmontan sus puestos fijos para convertirse en policía móvil. En las poblaciones más amenazadas ya han sido retirados unos 70 puestos.

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Detrás de la policía se encuentra una población civil aterrorizada. Un ejemplo es Chalán, población de la zona del Caribe. El 14 de marzo fueron asesinados los agentes del destacamento local en un ataque en el que por primera vez se uso un burro bomba. La policía no ha vuelto a abrir su cuartel en Chalán, que se ha convertido en un pueblo semidesierto.

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