Ser republicano
Un año más, entre el desánimo y algunos buenos recuerdos, el 14 de abril nos trae su, cada vez más suave, olor republicano, sus cada vez más desteñidos tres colores..., pero una vez más estamos dispuestos a vencer los muros impuestos, la ramplonería de la política presente, la peste de renuncias y entreguismos, y recordarlo.Lo recordamos como una experiencia de la razón en la historia, en una historia, la nuestra, no muy acorde con nuestras facultades superiores, lo recordamos sin miedo a la guerra civil, sin revanchismo, sin vergüenza; lo que no tendríamos es vergüenza si dejáramos de recordarlo.
También queremos decir algo: el republicanismo no es sólo que no haya reyes, eso, por supuesto; es todo un ideal para la democracia, es la plenitud de la misma. Pero ese ideal exige compromisos ideológicos y prácticos.
Como republicano he de estar a favor de una escuela pública de calidad y laica, en la que las confesiones religiosas no metan sus narices. Como republicano, defiendo el derecho a practicar una religión, pero a incorporar esas prácticas a mis usos privados.
La escuela pública ha de ser algo más que un mero almacén de muchachos desmotivados, ha de ser guía racional para las nuevas generaciones y capaz de contagiar criterios a quienes aún no los tienen en la defensa de los valores más avanzados, empezando por el trabajo bien hecho, por el esfuerzo. Ser republicano es también la defensa del bien público por encima de los intereses individuales y de clase, es decir, hacer verdad lo profesado en la escuela pública.
Ser republicano es que todos los poderes emanen del pueblo, y que éstos procuren su bienestar material y cultural. Ser republicano es defender la racionalidad política de la democracia, basándose en el valor de la enseñanza laica, racional o crítica.-
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