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Ecofin logra asegurar la solidaridad entre el euro y las monedas que se queden fuera

El Ecofin no alcanzó ayer ningún acuerdo concreto que permita acabar con la sorda batalla que enfrenta al Reino Unido con el núcleo duro de la Unión Europea. Pero los ministros de Economía y Finanzas sí lograron conjurarse para cumplir el principal objetivo de la reunión: sentar las bases que permitirán asegurar la solidaridad monetaria entre el euro y las monedas que no logren acceder a la divisa europea. En Verona ha quedado meridianamente claro que habrá un SME-bis para evitar la guerra entre los in y los out, que el rigor económico se prolongará más allá del euro y que el Banco Central Europeo tendrá un papel relevante en la política monetaria.

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Pero también hubo sombras al pie del balcón de los amantes de Verona, Romeo y Julieta. El Reino Unido sigue sin querer dar el sí al euro y su ministro de Finanzas, Kenneth Clarke, no se movió un ápice de sus posiciones fundamentales. Admitió el principio de que haya un sistema de solidaridad entre monedas, pero siguió sin querer admitir que ese sistema se base en un SME renovado. Clarke fue más allá al seguir sosteniendo no sólo que no es necesaria su existencia, sino que ni siquiera es necesaria u pertenencia a él -en el caso de que existiera- para poder acceder al curo si se cumplen el resto de condiciones de convergencia-.El ministro alemán de Finanzas, Theo Waigel, tampoco logró imponer su idea de que se cree un mecanismo automático de sanciones para asegurar la disciplina presupuestaria cuando exista el curo, pero los ministros acordaron pedir un estudio para evaluar si eso es jurídicamente posible a través de Acuerdo internacional o de un Tratado internacional. Tampoco logró imponer la cifra del 1% de déficit como objetivo a perseguir desde 1999.

Los ministros del Ecofin sí lograron, pese a las divergencias con el Reino Unido y en parte con Alemania, lanzar a los mercados el mensaje que querían: el proceso de creación del euro es irreversible y los trabajos para ir poniendo negro sobre blanco los escenarios de tránsito acordados en Madrid avanzan a un ritmo razonable, aunque admitieron que los acuerdos concretos no llegarán por lo menos hasta final de año y el diseño completo de las relaciones entre las monedas in y las out no se cerrarán hasta la primavera de 1998, justo antes de que se realice la criba de monedas que accederán al curo. Ese ritmo razonable de trabajo se sintetiza con las ideas que quedan relativamente claras después de Verona:

-Habrá un SME-bis y éste hará girar en torno al curo a las monedas que no puedan integrarse en la nueva divisa europea.

-La pertenencia al nuevo sistema monetario será voluntaria, tal y como ocurre en el actual mecanismo de cambios, aunque todos (salvo Reino Unido y en parte Suecia) sostienen que será condición imprescindible estar en él desde dos años antes de la criba de monedas.

-Las bandas de fluctuación de ese SME-bis serán lo bastante amplias como para impedir tormentas monetarias y lo bastante estrechas como para que no haya devaluaciones competitivas de las monedas que se queden fuera del euro.

-Se va a reforzar la disciplina presupuestaria después del euro, tanto para las monedas in como para las out.

-Las intervenciones del Banco Central Europeo (BCE) para evitar oscilaciones cambiarias serán amplias pero limitadas. El BCE tendrá iniciativa para decidir cuándo considera que debe poner fin a su intervención en apoyo de una divisa para no poner en peligro la estabilidad de precios. Pero aunque el BCE podrá pedir el realineamiento de una moneda dentro del SME-bis, éste no será decidido sólo por el Banco Central Europeo.

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