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Emergencias para juerguistas

Dos jóvenes de Móstoles sirven bebida a domicilio en horario nocturno

Cuando se acaba la bebida en una fiesta la noche decae. Es lo que les ocurrió a Inmaculada de la Sel y Roberto Otero, dos vecinos de Móstoles (199.400 habitantes), de 29 y 26 años, respectivamente, a los que se les "secó" la garganta en un guateque de amigos. Nadie quería ir hasta una gasolinera para comprar más bebida. "Era un fastidio mover el coche y luego volver con las botellas para no tener donde aparcar", comenta Inmaculada. El más desdichado en el azar tuvo que cumplir con el deseo de sus amigos y, tras volver con "refuerzos" se dieron cuenta de que había olvidado las cocacolas. A raíz de ese pequeño fallo los dos jóvenes comenzaron a pensar en un servicio que llevase a casa todo lo necesario para montar una buena. juerga: hielo, bebidas y algo ligero para picar.No les costó mucho dinero constituir Telebodega, ya que Roberto, que trabaja como frigorista, disponía de una furgoneta y un local con cámaras refrigeradoras e Inmaculada hace suplencias ocasionales como auxiliar doméstico en el Gregorio Marañón. La inversión en papeleo y compra de bebidas ascendió a 300.000 pesetas, que traían de cabeza a la pareja hasta que la diosa Fortuna, en forma de cupón de la ONCE, les regaló la tercera parte del desembolso. "Cuando nos tocaron esas 100.000 pesetas tuvimos la impresión de que Telebodega nacía con suerte", apostilla Otero.

La contratación de una línea más de teléfono y el desvío de llamadas terminaron de implantar el negocio hace un mes. Inma atiende los pedidos mientras que Rober sale con la mochila a la espalda en moto hacia el piso de una pareja a la que no les apetece salir.

La cerveza, el whisky más barato y los refrescos acaparan las demandas de los clientes de Telebodega, aunque sus "patrones" tienen algunas botellas de Rioja y champán brut por si se produjese una ocasión especial. "Nos piden la cerveza y la coca-cola en litros, pero eso es menos rentable para nosotros y más complicado de trasladar porque todo tiene que entrar en la mochila de Rober", aclara Inmaculada. El 90% de los clientes de esta pareja son otros jóvenes, aunque una noche Roberto se llevó una triple sorpresa: atendió a un hombre maduro que vivía solo, le sirvió una botella de vodka, latas de naranja y tabaco negro y encima recibió una propina de 200 pesetas.

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