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"El paraíso terrenal, el diablo y el pecado original nunca existieron"

El teólogo Dos Santos desmitifica las "falacias" del Génesis

El paraíso terrenal nunca existió. En el Génesis ni siquiera se encontraba la palabra paraíso. Tampoco existió el diablo convertido en serpiente ni el pecado original, y mucho menos las, connotaciones sexuales que supuestamente rodearon ese mito que tan decisivamente influyó en el pensamiento y la cultura occidentales. Estas son algunas de las revolucionarias conclusiones de la minuciosa investigación sobre el Génesis que el teólogo portugués Armindo dos Santos Vaz acaba de publicar en Lisboa.

Esta interpretación, en opinión de Dos Santos Vaz, "podría haber variado completamente esa concepción cristiana pesimista, fatalista y trágica sobre el pecado o la vida". El Vaticano aún no se ha pronunciado.En su minúsculo despacho de la Universidad Católica de Lisboa, de donde es profesor, Dos Santos Vaz afirma que sus interpretaciones y afirmaciones están perfectamente documentadas, e insiste en que sus conclusiones "no tienen consecuencias negativas, porque llevan al hombre a aceptar serenamente las penas. de la vida humana".

El filósofo Carlos Silva dice en el prólogo del libro, que "si Nietzsche hubiera leído esa interpretación de la historia del paraíso terrenal no habría embestido tan agresivamente contra el cristianismo''. El propio Dos Santos sostiene que "difícilmente se encuentra en la literatura mundial una narración tan conocida, tan mal interpretada, y que después de san Agustín, tanto haya marcado e influido en la fantasía, el pensamiento, la mentalidad y la moral de Occidente como la llamada historia del paraíso terrenal".

Licenciado en Teología Dogmática, en Ciencias Bíblicas por el Instituto Pontificio Bíblico de Roma y ahora doctor en Teología Bíblica por la Universidad Gregoriana, también en Roma, el padre Armindo dos Santos Vaz pasó más de cinco años preparando este doctorado ahora convertido en libro, La visión de los orígenes del Génesis 2, 4b-3,24 (La llamada historia del paraíso), editado conjuntamente por Didaskalia y Carmelo.

"No me sentía satisfecho", dice, "de las explicaciones del Génesis sobre esos pasajes y decidí estudiarlos. Adopté un método de análisis siguiendo las pautas del magisterio de la Iglesia y llegué a conclusiones completamente diferentes de las tradicionales. El paraíso de las delicias, o paraíso terrenal, nunca existió. La expresión hebrea gan eden se tradujo "por jardín del edén ¡cuando, en realidad, eden significa vega, llanura irrigada, y gan es una huerta". "Es decir", añade, "el texto habla de una huerta en una vega como lugar de trabajo donde Dios colocó al hombre. Este lugar no es el paraíso, el jardín de las delicias, sino una huerta fértil, con mucha agua, que el narrador usa para explicar el trabajo humano y después su expulsión de ese lugar idílico". La concepción tradicional del paraíso fue introducida por la Iglesia en el Nuevo Testamento, pero no existe en el Génesis. El pecado original tampoco existió. "La Pareja humana, Adán y Eva, estaban en proceso de creación; no1enían condición humana y, por tanto, no gozaban de conocimiento, de discernimiento del bien o el mal. Luego no podían pecar. El supuesto pecado original consistió en comer del árbol prohibido; el texto original ni siquiera habla de una manzana".

Ni sexo ni serpiente

J. G., El teólogo portugués rechaza también cualquier connotación sexual en la narración original "No existe", dice, "ninguna referencia a la sexualidad. La única referencia puede ser que el hombre y la mujer anduvieran desnudos antes de comer del árbol, pero estaban desnudos porque no tenían conocimiento ni, por lo tanto, vergüenza para discernir el bien del mal. Después de comer del árbol, se les abrieron. los ojos, según el texto, y entonces se cubrieron con hojas (le higuera, aunque en realidad en esas épocas se usaban túnicas". Pero el narrador, en opinión de Dos Santos, utiliza esa metáfora para explicar la. realidad de la civilización a través del vestuario.

Tampoco la serpiente era el diablo, la encarnación del mal. "No existía", dice Dos Santos, "nada de diabólico o demoníaco en la serpiente. Es una figura ambigua que utiliza el narrador para explicar el bien y el mal, para discernir entre las cosas positivas y las negativas. La, serpiente representa la astucia de la civilización, porque engaña a la mujer asegurándola que 'no moriréis' cuando Dios, en la prohibición, les había advertido que morirían si comían del árbol".

La creación de la mujer también está distorsionada o malinterpretada. Dos Santos sostiene que "la mujer no fue creada de la costilla del hombre. La palabra utilizada en hebreo no significa costilla sino costado, lado. El narrador viene a presentar a la mujer como el otro lado del ser humano; El hombre y la mujer eran iguales, de la misma naturaleza y los dos conformaban la especie humana".

Las conclusiones no pueden ser más interesantes.

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