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Las grandes ciudades europeas pierden hasta un 80% de agua por fugas en sus cañerías

Un informe de la ONU valora este derroche en 1,2 billones de pesetas anuales

Las redes de tuberías en las grandes ciudades europeas pueden perder hasta el 80% del agua que transportan a causa de su deterioro. La Comisión Económica para Europa de la ONU (CEE) evalúa estas pérdidas en unos 10.000 millones de dólares anuales (1,2 billones de pesetas). En España, la media de agua perdida por estas fugas se sitúa en el 27%, pero en algunas ciudades puede alcanzar hasta el 50%, según la Asociación Internacional de Abastecimiento de Agua. El estudio precede a la celebración del Día Mundial del Agua, el próximo 22 de marzo.

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El director de la división de Medio Ambiente de la CEE y antiguo ministro finlandés del sector, Kai Bärlund, no ve una solución inmediata, sobre todo por el escaso interés que suscita en políticos solucionar este problema, que requiere cambiar las tuberías -en muchas ciudades datan de la I Guerra Mundial- con el consiguiente desembolso económico. La búsqueda de una fuga puede costar entre 100 y 1.000 dólares por kilómetro. Es el consumidor quien en última instancia paga este derroche de agua.En países como Noruega -modélico en términos de protección ambiental-, Rumanía o Albania, casi la mitad del agua se pierde en la red de distribución. Los barrios más antiguos son los que más sufren, porque la obsolescencia de los sistemas de canalización facilita la humedad que llega a deteriorar los cimientos.

Pero además del despilfarro - especialmente grave en países como España que a menudo sufren sequía y cortes y restricciones-, el material de las tuberías, especialmente cuando están fabricadas con metales pesados como el plomo, constituye una amenaza para la salud de los ciudadanos. En el Reino Unido, señala la CEE, resulta especialmente preocupante que las cañenas se sigan haciendo de plomo, ya que contamina el agua potable a tal nivel que hace imposible cumplir la normativa fijada por la Organización Mundial de la Salud y la Unión Europea. Para ello sería necesario invertir más de 12.000 millones de dólares (1,5 billones de pesetas). Por otra parte, la poca presión que lleva el agua propicia la acumulación de bacterias que van a parar al organismo del consumidor.

El consumo de agua potable por los particulares ha aumentado en un 45% en los últimos 15 años, situándose en una media de 320 litros por habitante al día. Aunque en Praga alcanza los 540 litros, en Moscú 545 y en Varsovia -el máximo en Europa- 941 litros.

Para complicar más el panorama, resulta que casi el 60% de las ciudades europeas de más de 100.000 habitantes consume agua procedente de acuíferos -bolsas subterráneas de aguas- sobreexplotados.

En Alemania, esta sobreexplotación ha originado un cambio irreversible en la vegetación en torno a ciertas grandes ciudades, y en Holanda, una sequía de regiones potegidas.

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