Una conferencia contra el terror
EGIPTO SERÁ anfitrión esta semana de una cumbreinternacional sin precedentes. En una rápida reacción, líderes de 30 países han improvisado en pocos días una conferencia para coordinar la lucha contra el terror del extremismo islamista, que amenaza con hacer fracasar uno de los proyectos más valientes y esperanzadores de la diplomacia internacional de este siglo, como es el proceso de paz de Oriente Próximo. Iniciado en Madrid hace tres años, se halla al borde del colapso tras la sangrienta ofensiva de atentados suicidas del grupo radical islamista Hamás en Israel.
Los máximos mandatarios de Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea, Japón y algunos países árabes se reunirán el jueves en Sharm el Sheij con las autoridades israelíes y palestinas para coordinar urgentes medidas de cooperación en la lucha contra el terrorismo radical islámico. La comunidad internacional demuestra así ser consciente de que el diálogo entre palestinos e israelíes y la esperanza de una convivencia en paz en la región están en una situación crítica.
Los recientes atentados prácticamente han estrangulado la capacidad de maniobra para avanzar en este proceso de los dos protagonistas capitales del proceso de paz, el palestino Yasir Arafat y el primer ministro israelí, Simón Peres. La continuidad en el cargo de este último, que se somete al juicio de su electorado en marzo, es, a ojos de muchos, condición para que el proceso no quede definitivamente estancado. La comunidad internacional quiere mandar un claro mensaje (le apoyo al proceso de paz a una opinión pública israelí traumatizada por los últimos atentados en la que se debilita la mayoría favorable al mismo.
Con esta convocatoria, Estados Unidos, Israel y la Unión Europea quieren, además, mandar un mensaje a aquellos países sobre los que existen indicios más o menos claros de que apoyan a los grupos terroristas radicales. Sobre todo Irán, Libia y Siria. En una acción concertada, diversos Gobiernos participantes en la cumbre, entre ellos España, han convocado a los embajadores de algunos de estos países para advertirles de que la complicidad con los intentos de sabotaje del proceso, de paz tendrá graves costes político, diplomático y económico para sus autores y encubridores.
El silencio de Siria ante la invitación a la cumbre hace suponer que el Gobierno de! Damasco, clave para que la paz en Oriente Próximo pueda consolidarse, no acudirá a la misma. Irán, por su parte, ha acusado a Washington de intentar aislarla del mundo bajo el pretexto de tal colaboración con el terrorismo, a su juicio inexistente. En todo caso, ya es una señal positiva que exista un amplio consenso internacional en que aquel país del que se demuestre tal implicación no saldrá impune. Los países industrializados parecen ahora dispuestos a asumir perjuicios comerciales en aras de la defensa del proceso de paz.
Pero en la conferencia también se quiere estrechar la cooperación antiterrorista en materia policial y de información. La llegada de agentes especiales norteamericanos para cooperar con las policías israelí y palestina en la ofensiva contra el terrorismo de Hamás es un paso en este sentido. Pero también otros países pueden hacer serias aportaciones a esta lucha con medios especializados y sobre todo información.
Por solidaridad con palestinos e israelíes, la comunidad internacional tiene que asumir un papel activo en la lucha contra el terrorismo. Y demostrar a quienes los alientan, apoyan y financian que no está dispuesta a tolerar que destruyan la esperanza de paz en Oriente Próximo.
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