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La historia de un capote

De Joselito a Antonio Bienvenida, pasando por Rafael de Paula

"¿Sabe que el famoso capote de Joselito el Gallo -el que sacó de luto por la muerte de su madre-era mío? Es una historia digna de contarse". Rafael de Paula revela de súbito la anécdota, en el transcurso de una rendida semblanza que hace de Joselito el Gallo; el torero que considera fenómeno aparte en la historia del toreo, lo cual no impide que se manifieste belmontista.Rafael de Paula está muy conversador durante la entrevista que celebramos en Sevilla. No es habitual en este torero de singular personalidad, frecuentemente introvertido y taciturno. La verdad es que hablamos del toreo, que es su vida, y conoce su historia cabal, con las características de todos los diestros. En la palabra de Paula se va desgranando la evolución del espectáculo, que mantuvo su autenticidad hasta la década de los años 60 y, a partir de entonces, entró en una progresiva adulteración que se ha hecho especialmente acusada en nuestros días.

-Sí, es distinto -dice Rafael de Paula.

-Pero ¿mejor o peor?

-Si mejor o peor -comenta-, no sabría decirlo. Cruzarse con el toro, torearlo reunido, meserlo mientras lo llevas encelado, ligar las suertes fue el toreo desde Belmonte hasta los años sesentasetenta.

"Que vaya el toro por donde quiere el torero", decía Domingo Ortega. Ahora -añade Paula- el toreo se hace con ventajas y triquiñuelas: vaciar al toro por delante cuando debe ser atrás, pegarle un montón de pases, salir corriendo al rematarlos. Este ejercicio requiere un fondo físico enorme, pues el torero se pasa la faena entera yendo de un lado para otro. Se ha sustituido la hondura del toreo por la superficialidad de pegarle pases; su concepción artística por la deportiva; su grandeza por la mediocridad. ¿Mejor o peor? Yo también lo preguntó.

La guía airtística de Rafael de Paula, su modelo del arte de torear, es Juan Belmonte

-Efectivamente, yo estoy en la escuela de Belmonte. En cambio, sería incapaz de seguir la de Joselito, que fue el auténtico coloso del toreo. A Andrés Martínez de León le oí comentar: 'A Belmonte se le puede entender; en cambio Joselito es incomprensible'. Y el famoso apoderado Camará respondió así a Manolete cuando le preguntó si Joselito había sido tan bueno como decían: 'Hijo, si hubieras vivido en la época de José ni siquiera te habrías Podido vestir de luces".

Una de las frustraciones de Rafael de Paula, hombre de gustos y de símbolos, es haber perdido la propiedad del capote de paseo que sacó Joselito en señal de luto por la muerte de su madre. Y que tiene su historia:

-Joselito había concertado dar la alternativa a Bernardo Muñoz, Carniceríto de Málaga -padre de la madre de mis hijos-, en agosto de 1920. No pudo ser, pues a José le mató antes un toro y la alternativa se la dio Rafael el Gallo.

Tenían entonces los toreros -recuerda Paula- el gusto de hacer un regalo a los diestros que apadrinaban y Rafael, heredero del precioso capote negro y azabache, decidió regalárselo a Bernardo. "Tiempo adelante establecí con Bernardo una estrecha relación profesional y familiar, me regaló el capote y lo dejé en depósito en su casa, pues la mía era entonces muy chica. Años más tarde, Antonio Ordóñez le dio un homenaje en El Puerto a Bernardo y éste, agradecido, le regaló el capote. Poco después Ordóñez se lo dio a Ángel Luis Bienvenida, que le apoderaba. Pero no acaba aquí la historia. Llega el día de la despedida de Antonio Bienvenida en Vista Alegre y aparece luciendo el capote de Joselito. Yo toreaba esa tarde y al verlo, venir hago así y le digo: 'Maestro, ese capote lo conozco. ¡Es mío!'. Y va y responde: 'Lo era; ahora es mío".

La historia no dice que Paula quedó algo amostazado y bastante insatisfecho con la respuesta. Pero algo de eso debió de haber.

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