Más empleo para pagar las pensiones

La reforma de las pensiones es uno de los grandes asuntos que tendrá que sacar adelante el partido que gobierne a partir del 3 de marzo. La reforma afecta a toda la población y deberá tener el apoyo de todos los partidos, los sindicatos y los empresarios. Hay un punto de partida: el actual modelo de reparto, es decir, que las cotizaciones de hoy sirvan para pagar las pensiones de hoy -y así sucesivamente- es viable si se reforma y si la economía es capaz de crear empleo y nuevos afiliados que aporten cuotas y compensen el aumento de pensionistas. Los partidos aprobaron en el Congreso el año pasado el Pacto de Toledo, que incluye, el retraso voluntario de la edad de jubilación, adecuar la pensión a las cotizaciones y separar las pensiones no contribut¡vas de la Seguridad Social, entre otras medidas. Pero todo está por hacer y ningún grupo ha puesto números a estas reformas.

Los cotizantes de la Seguridad Social han bajado en relación con los pensionistas durante los últimos años; a ritmo lento, pero constante. A finales del año pasado había 2,02 cotizantes por cada pensionista, cuando en 1980 la relación era de 2,46, según el estudio La Seguridad Social en el umbral del siglo XXI, encargado por ese organismo a un grupo de expertos. El número de cotizantes bajó en los primeros años ochenta, subió hasta 1991 y volvió a bajar en la crisis de 1993 y 1994 provocando la pérdida de 320.000 afiliados. Se han recuperado 200.000.El gasto en pensiones no ha dejado de crecer, debido a la entrada de nuevos pensionistas. En 1995, la previsión de ingresos de la Seguridad Social era de 6,6 billones de pesetas por cuotas y 3,1 billones procedentes del Estado, que ha ido aumentado cada año su aportacion.

El envejecimiento de la población es un factor importante, en el problema, pero no el único. La esperanza media de vida ha pasado de 69,9 años en 1960 a 76,9 en 1991 y la edad media del retiro, sin embargo, no llega a los 65: 63,1 años para los jubilados.

Las reformas que han acordado los partidos en el Pacto de Toledo y que deberán estudiarse tras las elecciones pretenden contener el gasto y poner orden. Las principales propuestas son: el retraso voluntario de la jubilación, sacar las pensiones no contributivas (que no han cotizado) de la Seguridad Social, subir las bases de cotización para acercarlas al salario real, controlar el fraude, potenciar los planes de pensiones privados y mantener el poder adquisitivo.

Pero los expertos coinciden en que la viabilidad del sistema de pensiones no depende tanto del aumento de los jubilados previsto (habrá 10,7 millones de pensiones en el año 2025, frente a siete millones en la actualidad), sino de que la economía siga creciendo y generando afiliados. Y ése es el desafío del futuro.

Un estudio elaborado por la Fundación Fedea por encargo de La Caixa señala que "el empleo puede crecer a una tasa acumulativa del 1% entre el año 2000 y el 2030". Y añade que el número de pensiones puede crecer a una tasa del 1,4%, sensiblemente superior al número de afiliados, establecido en el 1,08%". El informe calcula que retrasando hasta los 68 la jubilación habría 900.000 pensiones menos en el 2025.

El informe de la Seguridad Social da dos hipótesis: un crecimiento económico de 2% hasta el 2030 y otro del 2,5%. En el primer caso, el gasto en pensiones subiría del 9% del PIB al 11,18%, y en el segundo sólo al 9,52%, "porcentajes que pueden considerarse moderados si se comparan con los experimentados en décadas anteriores".