_
_
_
_
Tribuna:Elecciones 3 de marzo
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Liebre por dialéctica

Juan José Millás

La campaña se está poniendo turbia con las últimas cuentas de González, así que Aznar no ha tenido más remedio que apelar a la historia para que no se le escapen los votos ambidextros. Según él, hay tres momentos fundamentales en nuestro reciente devenir: el triunfo de la UCD en el 77; la llegada de los socialistas al poder en el 82, y su victoria en las elecciones del 3 de marzo, todavía por llegar, o sea Dios mediante. Esto es lo que se llama vender la piel del oso antes de cazarlo, pero tiene sus virtudes subliminales, pues al contribuyente poco atento puede sonarle la música a sinfonía dialéctica. Así las cosas, Aznar dejaría de ser un particular con bigote para convertirse en la síntesis de Suárez y González, que representarían la tesis y la antítesis, respectivamente: votarle, pues, sería menos una decisión personal que una necesidad histórica. Además, de este modo las elecciones se convertirían en un festival hegeliano y Kohl nos perdonaría alguna de las condiciones de convergencia que le debemos a Alemania.Se trata, en fin, de una astuta maniobra para darle sentido a lo que no tiene ni pies ni cabeza, porque lo cierto es que hay sucesos históricos incomprensibles, aunque profundamente humillantes. Precisamente, esta visión tripartita de Aznar nos recuerda a aquellos otros tres momentos de la historia que, según Freud, habían golpeado el narcisismo humano: el descubrimiento de que la Tierra no era el centro del sistema solar; la constatación de que procedemos del mono, y el hallazgo de esa vasta región incontrolada denominada subconsciente. No sé si habrá alguien capaz de hallar alguna semejanza entre Suárez y Copérnico, o entre González y Darwin, pero desde aquí proclamo que con Aznar no sólo no estoy dispuesto a psicoanalizarme, sino que no iniciaría con él ni una zarrapastrosa terapia de apoyo, por breve que fuera. Dicho queda. Y añado, por si las dudas, que a mi narcisismo de homo sapiens le hizo más daño ver a Javier Arenas por la tele la noche electoral del 93, ¿se acuerdan?, que leer el Origen de las especies, a quien debo en parte mi pasión por la literatura.

Más información
Un vídeo del PSC repasa las dictaduras de la derecha en España
Café con él
Rajoy presenta una guía de los 76 dirigentes que arropan a Aznar
Buchanan, por la 'curva helada'
López Garrido cree irresponsable al PP por querer cambiar el Código Penal
El CIS pedirá la práctica de nuevas pruebas en su conflicto con 'Abc'
"Depende de Rejón que yo gobierne"
"He padecido al gobierno municipal del PP"
Felipe González acusa a Aznar de utilizar el terrorismo como arma política
Aznar intenta convertir la dureza de la campaña socialista en un argumento a su favor

De otro lado, la historia es bastante arbitraria incluso para los que creen en ella, y la aguantamos porque sabemos que ése es su carácter y porque no hay otro sitio donde ir, no porque nos guste. Alguien la resumió como ese gran periodo que va de la quijada del burro al torpedo. Ahora estamos aproximadamente en el torpedo, que es un aparato cargado de materia explosiva que va por debajo del agua, oculto, hasta que te estalla en las narices. La historia, en fin, es una casualidad resultante de un periodo interglaciar inusualmente largo. No lo digo yo, lo dicen los expertos: si la era glaciar hubiera llegado a la hora que le tocaba, ahora no estaríamos de campaña y no habríamos conocido a Copérnico, ni a Darwin, ni a Freud, una desgracia aliviada en parte por el placer de no haber tenido noticias no ya de uno mismo, lo que sería muy liberador, sino de Álvarez Cascos, Javier Arenas o el propio Aznar, que quiere darnos liebre por dialéctica. Pero ha empezado a darle sentido histórico a su posible triunfo y, ya lo ven, se ha llenado de hielo la península. A lo mejor es que se acerca, aunque con algo de retraso, una glaciación nueva. La respuesta, a partir del día 3.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_