La UE propone la formación continua para combatir el paro
Es posible que muchos lectores piensen que el paro no tiene solución o que, de haberla, ésta tendría que llegar de la mano de políticas exclusivamente económicas. Sin embargo, desde Bruselas las cosas se ven distintas, especialmente desde la óptica de la comisaria europea para Investigación, Educación y Formación, Edith Cresson, quien presentó hace escasos días el Libro Blanco Crecimiento, competitividad, empleo, con el objetivo de impulsar un debate sobre el futuro de la educación y la formación "en el contexto de un mundo laboral cambiante" y proponer, a un tiempo, medidas concretas para frenar una de las mayores lacras que azotan Europa: el paro."Existen programas europeos, Comett, Sócrates, Erasmus, que desde hace años trabajan en este sentido, pero ahora se plantea la necesidad de poner en marcha acciones concretas para combatir la marginación y el paro desde la formación reglada", comenta Lioba Simon Schuhmacher, profesora en la Universidad de Oviedo y consejera en la Oficina Socrates de Bruselas.
Convencida de que la formación continuada es un antídoto eficaz contra el paro, Lioba Simon afirma que en vista de la nueva situación laboral y ante los constantes cambios tecnológicos, "la formación tiene que ir más allá de la educación inicial y desarrollar una capacidad constante para la renovación de las cualidades profesionales de los trabajadores".Habilidades específicas
Tal afirmación encuentra su paralelismo en las tesis defendidas en este Libro Blanco, en especial cuando se advierte que las políticas educativas europeas deben conciliar la educación general con la formación específica. "Esto es importantísimo", apostilla Lioba Simon, "porque el documento, reconociendo por primera vez abiertamente la gravedad del problema del paro, aboga por la formación continuada de habilidades específicas, es decir, proclama que es necesario combinar una base cultural sólida y amplia con habilidades concretas".
Desde esta óptica, Lioba Simon pondera el papel de la literatura y de la filosofía como "herramientas que permiten al individuo la capacidad de discernir y desarrollar un sentido crítico".
"Frente a la impresión que se está generalizando en el sentido de que la enseñanza debe tener como objetivo crear gestores de la tecnología y de la economía, este Libro Blanco defiende el concepto de cultura general como medio para mejorar la calidad de vida y conseguir el fomento de capacidades como la observación, el sentido común, la curiosidad y el interés por el mundo físico y social a nuestro alrededor", señala Simon.
La Comisión Europea identifica cinco objetivos generales que, a su juicio, deben poner en marcha los Estados miembros de la Unión Europea: fomentar la adquisición de nuevos conocimientos; combatir la exclusión; fomentar el conocimiento de tres lenguas comunitarias y equiparar la inversión en capital a la inversión en formación.
La pregunta es cómo echar a andar para la consecución de estos objetivos y evitar que caigan en el saco de las buenas intenciones. Lioba Simon Schuhmacher responde con rotundidad: "Para adquirir nuevos conocimientos se propone una especie de ficha personal de aptitudes con el fin de acreditar con flexibilidad conocimientos y habilidades, y así hacerlos comparables en el seno de todos los países europeos y entre ellos. Los Estados miembros deben, además, posibilitar la movilidad entre estudiantes; en este sentido, las becas son un elemento fundamental, y además, el desarrollo de material informático para la enseñanza es otro componente notable a la hora de adquirir nuevos conocimientos".
Pero la medida más directamente relacionada, quizá, con la economía es la que hace referencia a la necesidad de acercar la educación al mundo empresarial. "Las empresas deben implicarse más en el proceso de formación", señala Lioba Simon, y añade: "Pero esta implicación no debe ser únicamente con la formación de sus trabajadores, sino a nivel escolar y en la formación permanente. Los programas de aprendizaje que prevean prácticas en empresas de toda la Unión Europea deben ser prioritarios; resultan clave en la búsqueda de soluciones al problema del paro".
El aprendizaje de al menos tres lenguas comunitarias es otro de los aspectos que preconiza este Libro Blanco como llaves para combatir el paro estructural en Europa y, en especial, entre los jóvenes. Según este documento, el conocimiento de varias lenguas haría más amplio el mercado laboral de los ciudadanos europeos. "Es obvio que, a mayor conocimiento de idiomas, más numerosas son las oportunidades para encontrar un puesto de trabajo en los distintos países", interviene Lioba Simon; "esta formación en idiomas debe proporcionarla el Estado", añade.
A este panorama se añade una lista de propuestas, entre las que destacan la necesidad de escuelas que proporcionen "una segunda oportunidad" a quienes han quedado excluidos del sistema educativo reglado y la inversión de capital en la red pública "por encima de criterios de austeridad".
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