Madrid se alza contra el terrorismo
Unas 850.000 personas se manifiestan para exigir a ETA el fin de la violencia
Madrid se lanzó a la calle. Bajo el lema "Contra la violencia y el terrorismo, y por la libertad", unas 850.000 personas, según las cifras facilitadas por la Delegación del Gobierno, recorrieron en silencio los casi dos kilómetros que distan desde la plaza de Colón a la Puerta del Sol. Encabezaban la manifestación las familias de las dos últimas víctimas de ETA. Enrique Múgica y los hijos de Tomás y Valiente mostraban en sus rostros el dolor y la emoción. Tras ellos, la representación política. Felipe González, José María Aznar, que dejaron a un lado la campaña electoral, y Adolfo Suárez, que también quiso estar presente. La de ayer fue la manifestación más numerosa en Madrid desde la que se organizó tras el golpe de Estado del 23-F.
La marcha arrancó en medio de un gran desorden y con numerosos empujones. En primera línea, los familiares de las víctimas asistían impávidos a los gritos, limitándose a sostener entre sus manos una enorme pancarta con el lema de la convocatoria. Entre ellos, el ex ministro de Justicia Enrique Múgica, hermano del abogado asesinado recientemente en San Sebastián; los hijos de Francisco Tomás y Valiente, última víctima de ETA, y varios hijos de los trabajadores de la Armada asesinados el pasado diciembre en el barrio madrileño de Vallecas.Más atrás, otra pancarta junto a la que formaban el presidente el Gobierno, el presidente del Partido Popular, Alfonso Guerra, Txiki Benegas, el presidente de la Comunidad del Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón; la delegada del Gobierno, Pilar Lledó; el alcalde, José María Álvarez del Manzano; el presidente de la Asamblea de Madrid, Juan Van Halen; el ministro de Educación, Jerónimo Saavedra; el ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez; el diputado popular Rodrigo Rato, y otros líderes políticos y sindicales. También estaban en lugar destacado el teniente general José Antonio Sáenz de Santa María, ex director de la Guardia Civil, y Fernando Fernández Tapias, presidente de la patronal madrileña CEIM.El ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, no asistió a la manifestación porque decidió permanecer en su despacho atendiendo las tareas del departamento, según sus colaboradores.
Unos 15 minutos antes de las ocho de la tarde comenzó a llover. El presidente del Gobierno llegó a las ocho en punto. Al descender del vehículo blindado se escucharon unos pocos aplausos y, a continuación, algún silbido y abucheo que quedó apagado nuevamente por unos tenues aplausos. Los miles de ciudadanos allí congregados dejaron claro que lo único que querían era gritar en silencio contra ETA y todas las formas de terrorismo. Nada más.
González y Aznar se limitaron a saludarse protocolariamente. Después, uno y otro realizaron el recorrido separados por Ruiz-Gallardón, Guerra y Suárez. González se mantuvo en todo momento silencioso y con rostro compungido, escoltado por el presidente de la Comunidad de Madrid y la delegada del Gobierno. Aznar intercambió algunas palabras con José Ricardo Martínez secretario regional de UGT, y otros compañeros de pancarta. Éstos revelaron, al final del acto, que estaba muy impresionado y que le recordaba el atentado que él mismo sufrió en abril del año pasado.
IU desconvocó los actos electorales de Madrid para facilitar la asistencia, pero su líder, Julio Anguita, decidió continuar su programa de mítines en Zaragoza: "A mí los terroristas no me apartan de la campaña", explicó.El único incidente se produjo al iniciarse la marcha, cuando en la parte trasera de la misma hubo un grupo de jóvenes que quisieron colocar una pancarta suscrita por un grupo ultraderechista reclamando la pena de muerte para ETA y HB. Pero numerosas personas impidieron que desplegaran la pancarta, increpando a los ultras: "Vosotros no sois el pueblo español".
Durante el recorrido de la manifestación por la calle de Alcalá se escucharon intermitentes aplausos, que se hicieron más sonoros justo al llegar a la Consejería de Educación, cuya fachada lucía un enorme lazo azul. Más tarde, ya en la plaza de Sevilla, la ovación se repitió con mayor intensidad en homenaje a los familiares de las víctimas.
Cuando la cabecera de la marcha enfiló la Puerta del Sol, un pequeño grupo de personas clamó desde una acera "iETA asesina!". Pero el grito fue acallado por los aplausos y un coro unánime: "¡Basta ya!". Quico Tomás-Valiente, hijo del jurista asesinado, acabó de leer un comunicado justo en el momento en que rompía a llover. Una hora después de disolverse la marcha, aún continuaba llegando gente a Sol.
Los trabajadores del Metro de Madrid decidieron colaborar con la manifestación antiterrorista y suspendieron los paros entre las 19,15 y las 21.15.
Múgica gritó: "¡Viva la Constitución!"
Los organizadores estaban satisfechos de la respuesta ciudadana, pese al frío, y de que no hubiera habido ni el más mínimo incidente. Nadie exhibió pancartas ni profirió gritos discordantes. A lo largo de casi dos kilómetros de acera, hombres y mujeres contemplaron el paso de los manifestantes en silencio.Al margen de eso, unos jóvenes alzaban manos blancas recortadas en cartulina, como símbolo de la protesta estudiantil contra ETA. En la acera opuesta al Ministerio de Educación, en la calle de Alcalá, un ciudadano desplegó una pequeña pancarta de papel con la leyenda "Reforma de la Constitución, ya", y a la vez gritó su exigencia. Pero el ex ministro Enrique Múgica saltó como un resorte para proclamar fuerte y claro: "¡Viva la Constitución! ¡Viva la Constitución!". Ahí quedó todo.El veterano dirigente del PCE Santiago Carrillo protagonizó otra de las anécdotas de la silenciosa protesta ciudadana. Estaba entre el público, en la Puerta del Sol. Al llegar a su altura la pancarta de los líderes políticos, alguno de éstos descubrió a Carrillo y le invitó a sumarse a ellos. El viejo político acabó aceptando el ofrecimiento.
Por otro lado, decenas de "les de personas desfilaron en silencio por el centro de Valencia, ciudad natal del ex presidente del Constitucional. Cargos públicos y dirigentes de todos los partidos parlamentarios abrían la marcha con una única pancarta que rezaba Tots junts per una convivència en pau. El presidente de la Generalitat Valenciana, Eduardo Zaplana, y los ministros valencianos del Gobierno (Pedro Solbes, Joan Lerma y Carmen Alborch) encabezaron la marcha.
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