La izquierda italiana pone condiciones a un acuerdo electoral con la Liga Norte
La campaña electoral para las elecciones del próximo 21 de abril arrancó ayer en Italia con polémicas sobre el predominio televisivo de Silvio Berlusconi y sobre un punto clave de los comicios, la Liga Norte, que puede decidir la victoria como el fiel de la balanza. La derecha, que apenas tiene posibilidades de llegar a nuevos pactos con el partido de Umberto Bossi, denuncia que un eventual acuerdo de la izquierda con éste potenciaría la fuerza desestabilizadora de la Liga. Massimo D'Alema, secretario del Partido Democrático de la Izquierda PDS, dijo ayer que no hará acuerdos con Bossi si éste no renuncia al separatismo.
Pero Bossi no está por controlar su maneras. "La Liga podría incluso decidir no presentarse a las próximas elecciones", desafió ayer en un mitin que celebró en Treviso. "El norte quiere su independencia, y sí no la consigue en el marco de un Estado federal, la tendrá por vía de la secesión que resultará inevitable", añadió. Sobre alianzas, dijo luego, no se ha decidido nada, y la Liga podría presentarse, si concurre, tanto sola como con la izquierda o la derecha. "Nos darán todo lo que queramos, porque el que está con la Liga gana", afirmó."No podemos hacer pactos con quien predica la secesión ni con quien parlotea de lucha armada, aunque sea en el bar. Y que Bossi no piense que puede seguir disparando fuegos artificiales para venir a última hora a pedir el acuerdo", le respondió D'Alema, que celebró su primer mitin en Pavía.
Romano Prodi, líder del Olivo, que es como se llama la coalición del centro izquierda que incluye al PDS y otras fuerzas ex democristianas y ex socialistas, explicó, por su parte, cerca de Luca, en Toscana, que su coalición trata de alcanzar una "mayoría autosuficiente" para formar Gobierno sin la Liga y sin Refundación Comunista. No obstante, para lograrla, intentará llegar a acuerdos locales con estas fuerzas, a fin de facilitar la elección de los respectivos candidatos por el procedimiento de abstenerse de competir donde la división del voto pueda favorecer el triunfo del centro derecha.
Gianfranco Fini, el líder de Alianza Nacional, propuso en un reciente debate televisivo con D'Alema que los dos bloques renuncien a cualquier tipo de acuerdo con la Liga. Pero la izquierda se resiste a dar ese paso, recordando que fue precisamente el pacto con Bossi lo que permitió la victoria de Berlusconi y Fini en las elecciones de 1994.
La pasada semana, Berlusconi dio muestras de volver a buscar el diálogo con Bossi, con el que sólo ha intercambiado insultos desde que, hace 14 meses, la Liga abandonó su coalición e hizo caer su Gobierno.
Silvio Berlusconi inició ayer la campaña con una entrevista radiofónica en la que afirmó que las elecciones serán "un referéndum en favor de una Italia hecha de un modo u otro", y explicó que su "modo de hacer" Italia incluye "el desarrollo de las empresas, la ayuda a los necesitados", entendida como "apoyo a la economía", y una justicia "imparcial y ecuánime", entre otras cosas. Todo ello puede ser logrado por "un Gobierno capaz de sustraerse a la influencia de los partidos" dirigido por quien "en su vida, ha demostrado estar en condiciones de hacer, de saber decidir, de alcanzar resultados concretos".
El primer día de campaña, registró, sin embargo, un serio revés para Berlusconi en el editorial firmado por Paolo Mieli en el Corriere della Sera, diario de la Italia moderada por antonomasia. Tras afirmar que el periódico de su dirección no desea el triunfo del Polo de la Libertad, la coalición del centro derecha -hacia el que en otro tiempo fue más benévolo-, Mieli escribe que "Berlusconi no puede ser presidente del Gobierno, porque no ha resuelto el conflicto de intereses y porque está implicado en diligencias judiciales. Esta vez, las promesas no bastan", añade Mieli.
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