EE UU, a Ia conquista de África
Washington proyecta extender su influencia política y económica al continente negro
América Latina es ya un territorio abierto y conquistado, Europa y Canadá están agotados, Asia recibe atención suficiente y China presenta todavía demasiadas incertidumbres; el último continente que Estados Unidos explora para extender su influencia política y, sobre todo, para hacer negocios es África. Varios miembros de la Administración de Bill Clinton han viajado en las últimas semanas a África para romper el aislamiento tradicional de esos países y conocer de cerca su grado de estabilidad y las posibilidades de inversión."La era del dominio económico y de la hegemonía comercial de Europa en Africa ha terminado. África nos interesa", ha declarado el secretario, de Comercio de Estados Unidos, Ronald Brown, antes de iniciar esta semana una gira por cinco naciones subsaharianas.
Antes de él habían visitado países africanos la embajadora norteamericana en las Naciones Unidas, Madeleine Albright, y el vicepresidente, Al Gore, que viajo a Suráfrica. Albright comprobó, entre otras cosas, que la comunidad internacional gasta en un año en la operación de paz en Liberia lo mismo que en Bosnia-Herzegovina en un solo día.
"Por alguna razón que no termino de comprender al mundo no le importa lo que sucede en África", afirma Víctor Gbeho, un diplomático de Ghana que fue el representante de la ONU en Somalia. Durante décadas, EE UU ha vívido ajeno a los problemas de los países africanos, en los que habitualmente no ha tenido aliados a los que proteger. El mismo nombre de Africa ha sido tradicionalmente asociado al hambre, las guerras y las calamidades. La victoria de movimientos izquierdistas en los años setenta agrandó el abismo con Washington.
El final del apartheid en Suráfrica y la progresiva democratización en otros países empezó a convencer a los norteamericanos de que África era todavía ' viable. Hoy, según el propio Ronald Brown, "dos tercios de los países subsaharianos llevan a cabo reformas democráticas y reformas económicas para ser mas atractivos al comercio y la inversión".
Pero son definitivamente las condiciones económicas las que han atraído a EE UU. Inspirados en el modelo de los llamados tigres asiáticos, varios países africanos iniciaron al comienzo de esta década un proceso de liberalización que permitió, por ejemplo, que el año pasado las inversiones en África tuvieran una tasa de retorno (beneficio bruto) del 40%, la más alta del mundo.
"Cada vez más países tienen tipos de cambio realistas, los controles del cambio han sido levantados, los subsidios están siendo eliminados, el control de precios se ha acabado", afirmaba recientemente el diario Financial Times como resultado de una investigación sobre la situación económica de África.
Economía emergente
Todavía no hay, desde luego, una sola empresa africana entre las 100 más grandes del mundo, ni el volumen de comercio norte americano con ese continente es aún significativo. El año pasado, el comercio con 48 países de¡ África subsahariana fue de 4.300 millones de dólares, (más de medio billón de pesetas), que representa menos del 1% del total del comercio de EE UU.Tanto africanos como norteamericanos parecen decididos a modificar esa situación. "Por primera vez en la historia, Estados Unidos se acerca a nosotros. El viaje del secretario de Comercio es la prueba de que se está creando una relación de confianza entre Estados Unidos y las naciones africanas, y una prueba también de la creciente confianza del mundo de los negocios", afirma Ahmed Ssenyomo, primer consejero de la Embajada de Uganda, uno de los países que visitará Brown.
Uganda, según Ssenyomo, es un ejemplo de la transformación que se está produciendo en África. Gobernada hasta los años ochenta por un cruel dictador, Idi Amín, "Uganda es hoy un país abierto, optimista y en desarrollo". "Cuando los norteamericanos lleguen a Uganda comprobarán que la atmósfera política es buena, que las perspectivas económicas son buenas y que existen garantías para la inversión", asegura el diplomático.
El terreno parece, pues, preparado para recibir al Tío Sam, y las viejas reservas antinorteamericanas de un continente en el que Fidel Castro dejó la vida de miles de cubanos en lucha contra el imperialismo están olvidadas. "No hay ninguna amenaza de que Estados Unidos se imponga sobre nuestra sociedad. Tenemos una gran herencia cultura¡ y raíces muy profundas que no pueden ser arrancadas", cree Ahmed Ssenyomo.
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