10 años de espera para el juicio por la muerte de un soldado
El joven, que padecía de asma, murió tras unas maniobras
Junio de 1983: Miguel Ángel Escalona Río es declarado excluído temporal para el servicio militar por padecer asma de tipo alérgico. Mayo de 1985: el tribunal militar lo declara "útil", porque "no se comprueba asma bronquial". En mayo y junio de 1986, el soldado sufre dos ataques agudos de asma en el cuerpo de Cazadores de Montaña en la Seu d'Urgell. 25 de septiembre de 1986: Escalona participa en unas maniobras militares. 00.25 horas del día siguiente: el soldado muere por un ataque de asma.
Diez años para llegar a juicio. Será el 24 de abril en el penal 4 de Barcelona. Tanto tiempo ha pasado que el que fue el coronel responsable del servicio de neumología del Hospital Militar de Barcelona, donde fue examinado Escalona, ahora es general. Él se sentará en el banquillo, al igual que un capitán y un teniente y el alférez médico que atendió al soldado en el campamento. El tiempo ha corrido en contra de los intereses de la familia del sol dado de cara al juicio porque, entre otras cosas, ahora les es imposible dar con el paredero de los compañeros de mili. Los vericuetos judiciales de este caso han sido tan complejos que la cronología se puede hacer por anos. 1986: la justicia militar abre una investigación. 1988: archivo de la causa militar. Marzo 1988: la familia presenta una querella. 1988-1992: un juzgado de Barcelona inicia una prolija correspondendencia con el Mi nisterio de Defensa para localizar a los responsables al mando del soldado Escalona y los integrantes del Tribunal Militar que le dieron "Útil". 1992: el Tribunal Militar Central reclama la competencia del caso. Enero de 1993: el Tribunal Supremo ordena que investigue la jurisdicción ordinaria, no la militar. 1994: un juzga do de Barcelona y otros dispersos por la geografía española toman declaración a algunos de los acusados porque plantean la nulidad de todo lo hecho. El fiscal acusa a cuatro personas, tres de ellas militares en activo. 1995: las defensas de los inculpados califican.La familia no comprende 10 años de proceso. Todo un récord de espera, entre diligencias judiciales, de idas y venidas de expedientes, de cambios de jurisdicción y de muchas otras cosas complejas que no comprenden los padres del soldado. Pero lo que ellos no olvidan es que su hijo, que tenía 22 años, les llamó la misma noche de su muerte."Nos dijo que estaba reventado, que había ido de maniobras y que no se aguantaba de pie. Había estado al volante de un jeep descubierto, tragando todo el polvo que se puede tragar circulando por montaña", recuerda la madre.El teléfono de su casa de I'Hospitalet -donde entonces vivían- sonó otra vez, ya de madrugada. "Nos llamaban del cuartel. Nos dijeron que había tenido una crisis y no reccionaba", continúa la Madre. "Ni reaccionar, ni nada. Si ni siquiera tenían mascarillas de oxígeno. Lo que no tienen es vergüenza. Cuando llegamos, nos lo dieron ya en la caja", tercia Áureo, el padre del soldado. La vida de esta familia cambió radicalmente a partir de la muerte del hijo. Aureo era maquinista de la Renfe y, debido a las repetidas crisis nerviosas y depresiones, se jubiló anticipadamente, a los 57 años, y la familia, los padres y el hermano mayor de Miguel Angel, volvieron a su comunidad de origen, Zaragoza. Ahora, aguarda el juicio. ¿Confia en la justicia?. Y Aureo contesta: "Ya veremos".
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