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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Aburrido metraje

Poca danza moderna se ve ahora en Madrid, que ya sólo es desecano para este arte, mientras el Instituto Francés le facilita foro en su nuevo espacio, y no sólo a las cosas de su tierra, sino en un espectro más amplio que es siempre de agradecer. Lo que pasa es que corren tiempos difíciles para la originalidad y la potencia creativa, buenas voluntades aparte. En ninguna otra de las artes escénicas puede empezar a hablarse tanto de manierismo como en la danza contemporánea (no así en el ballet, que cada vez más renace de sus cenizas) y lo visto anteayer en Marqués de la Ensenada así lo sugiere. El esplendor de los años 80 terminó, ahora sí definitivamente, y sus ecos, ecos son.El cine ha servido a Karine Saporta las fuentes para su espectáculo, pero no la inspiración ni el carácter. La nueva obra coreográfica de esta importante figura casi histórica de la nueva danza gala, es débil, reiterativa, con poco mordiente y abusando de una serie de juegos elementales y muy vistos, como reproducir con los bailarines y al mismo tiempo, lo que proyectan filmes clásicos fácilmente identificables, como es el caso de Vértigo (Hitchcock) y La bella y la bestia (Cocteau). La doble pantalla más que soporte auxiliar deviene protagonista, y uno se queda con Jean Marais o Grace Kelly antes que con el bailarín o la bailarina que les duplica a través de unos biombos (¿una evocación genetiana?) sin entera justificación.

Karine Saporta

Le bal du siécle: coreografia: Karine Saporta; vestuario: Hermes; luces: Arielle Lange; escenografia: Jean Bauer. Centro Coreográfico Nacional de Caen / Basse Normandie. Instituto Francés,Madrid. 13 de febrero.

Cuenta Saporta con el arropo de un buen equipo profesional, pues el vestuario es discreto y eficaz, las luces sugerentes y los elementos escénicos, a ratos, adecuados. Pero una obsesiva pretensión plástica anula el efecto del tableau vivant y hasta del movimiento mismo. de unos bailarines más que correctos en cuanto a ejecución, para quedar sumidos finalmente en la frialdad, una gélida distancia que impera y llega al patio de butacas.

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