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¿Cómo evitar que la ampliación de la UE perjudique a nuestro país?

Rara vez una cuestión apremiante de política exterior ha suscitado tanto consenso. Todos los partidos coinciden en que la ampliación de la UE es inevitable para dar mayor estabilidad a Europa, pero todos enuncian también todo tipo de medidas para que España no salga perdiendo cuando, a fin de siglo, se empiece a negociar el ingreso de hasta 12 países, en su mayoría del Este.Carlos Westendorp, ministro de Exteriores, insiste en que los países más poblados de la UE, entre los que figura España, deben incrementar primero su peso en las instituciones europeas para no quedar sumergidos por los pequeños. Los socios más ricos deben, en segundo lugar aportar más dinero al presupuesto, porque no van a ser los llamados países de la cohesión los que paguen el precio de la ampliación aceptando un recorte de los fondos que reciben.

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Carlos Carnero, de IU, comparte este argumento, aunque reprocha al Gobierno socialista haberse puesto estos últimos tiempos, para mejorar su imagen en Europa, a la cabeza de los partidarios de una ampliación rápida.

Carles Gasoliba, de CiU, señala, por su parte, que no para España se trata tanto de mantener, a pesar de la ampliación, las ayudas que recibe actualmente cuanto de lograr que a la ribera sur del Mediterráneo, la UE de 27 miembros siga otorgándole la misma atención comercial y financiera que ahora.

¿Es posible estrechar aún más las relaciones con Latinoamérica?

La reflexión sólo figura con extensión en los programas electorales del PSOE, del PP y de IU. Las formaciones nacionalistas apenas le dedican atención. El Gobierno socialista puso en marcha en 1991, con la ayuda de algún país latinoamericano, una cumbre anual de jefes de Estado y de Gobierno, y todos coinciden en mantenerla, aunque carecen de ideas precisas sobre cómo darle contenido para que no sea un mero foro de debate de ideas.Javier Rupérez, del PP, señala que ese proyecto global se lleva a cabo en detrimento de las relaciones bilaterales de España con casi todos aquellos países -el anterior ministro de Exteriores, Javier Solana, hizo pocos viajes a aquel continente-, y asegura que las reactivarán.

También figura en las prioridades de los partidos nacionales impulsar los acuerdos pendientes entre la Unión Europea y varios Estados latinoamericanos, empezando por Chile y México. Pero sobre este último Carlos Carnero, de IU, advierte que deberá incluir "una cláusula democrática" contundente para instar al presidente Ernesto Zedillo a adentrarse en serio por la senda del pluripartidismo y del respeto de los derechos humanos.

Las divergencias surgen a propósito de Cuba. Los socialistas quieren seguir con la misma política. Rupérez cree que el Gobierno no ha conseguido nada más que ayudar a Castro a salvarse del colapso económico, y propugna, para alentar la transición, "más palo y menos zanahoria". Camero sostiene que, al tiempo que se presiona a EE UU para que levante el "bloqueo" (sic), hay que ayudar a Cuba para que su Gobierno ahonde en las reformas.

¿Qué puede hacer el Gobierno español para estabilizar el Magreb?

Sólo los tres grandes partidos de ámbito estatal han desarrollado una cierta reflexión sobre los vecinos norteafricanos. El PSOE habla de los logros del pasado, los tratados de amistad con Marruecos y Túnez y la Conferencia Euromediterránea de Barcelona, de los que hay que sacar ahora partido. Con Argelia, recalca el ministro Carlos Westendorp, hay que seguir alentando el diálogo entre el régimen y sus adversarios islamistas que no sean terroristas.Para el PSOE, Marruecos es la prioridad en esa zona, mientras que, sorprendentemente, el borrador de programa del PP insiste en que no se debe mantener relación privilegiada con ninguno de los países magrebíes. Los populares hacen, además, más hincapié que los socialistas en la promoción de los derechos humanos en esa región, hasta el punto de poner por escrito que no admiten "la existencia de valores alternativos que permitan la vulneración de los derechos de la persona humana". Hablan, sin embargo, de mantener frente a estos vecinos una "suficiente defensa" en términos militares.

Carles Gasoliba, de CiU, recalca, por su parte, que la estabilidad se consigue ante todo potenciando la sociedad civil y que la mejor cooperación ha de ser aquella que, sin olvidarse de los principios, "contribuye a crear un entramado industrial y comercial que genere trabajo".

La estabilidad del Magreb pasa también, según Carlos Carnero, de IU, por acabar con el conflicto del Sáhara. La coalición aboga por reconocer al Estado autoproclamado por el Polisario y pedir, además, el levantamiento de las sanciones impuestas a Libia por la ONU.

¿Debe estar España a tiempo en la moneda Única?

y nacionalistas muestran consenso: a partir de 1999 España tiene que estar en el euro. Los que discrepan se hallan en Izquierda Unida o se han apartado de los socialistas, como Miguel Boyer, o de los populares, como el Círculo de Empresarios.Para el ministro Carlos Westendorp, estar en la avanzadilla de países que dentro de tres años accederán a la última fase de la unión monetaria no es un mero objetivo económico, sino político. "Se trata de incorporarse al club de los que tomarán las decisiones importantes sobre política económica e integración comunitaria", afirma. Cree que el Gobierno "va por el buen camino para alcanzar ese objetivo" y sospecha que los populares, si reducen impuestos, se alejarán de él. Javier Rupérez, portavoz popular para política exterior, recuerda, sin embargo, que desde que se aprobó Maastricht en 1991, España ha dejado de cumplir el único de los requisitos que había logrado. CiU también considera necesario llegar a esa meta y propone, explica el eurodiputado Carles Gasoliba, "un amplio pacto social". Aun estando de acuerdo, Josu Jon Imaz, europarlamentario del PNV, se atreve a romper un tabú al afirmar que "podría retrasarse la introducción del euro si Francia y Alemania no estuvieran listas". Coincide así con Westendorp, que en privado dejó caer que se podría "parar el reloj" en 1999 si cualquiera de esos dos grandes países o incluso España no cumplieran las condiciones.

Aislada, IU sostiene, a través de su responsable de relaciones internacionales, Carlos Camero, que "el camino elegido para llegar al euro no es el adecuado ,y menos para países débiles" porque deja de lado su principal problema, el desempleo. IU preconiza incluir el paro entre los criterios de convergencia para evitar así que la consecución de la moneda única suponga un mayor ajuste y un auge del desempleo.

¿Debe incrementarse la cooperación con el Tercer Mundo?

Las cinco principales fuerzas políticas contestan con un "sí" a la pregunta, pero esconden algunas dudas. El ministro Carlos Westendorp apuesta por que en esta legislatura, tal y como se ha acordado en el Pacto de Solidaridad, la ayuda oficial al desarrollo alcance el 0,7% del PIB (producto interior bruto) después de haberse situado en el 0,35% en 1995. En su entorno y en otros partidos se duda, sin embargo, de que las actuales estructuras de cooperación estén en condiciones de gestionar ese flujo de dinero.Aunque no lo dicen en voz alta, varios responsables del PP se preguntan si es razonable que España vaya a ser tan generosa con el Tercer Mundo como, por ejemplo, los países escandinavos, cuya riqueza por habitante, a veces, hasta duplica la española. Sin poner en tela de juicio el 0,7%, opinan que en el cálculo de esa cifra se debería contar el gasto militar en Bosnia.

Donde menos dudas hay sobre el 0,7% es en IU. Los países del Tercer Mundo dicen que la mejor forma de ayudarles es abrir las fronteras a sus productos. Cada vez que, en el seno de la UE, España hace concesiones al Magreb en materia pesquera o agrícola es, sin embargo, IU quien pone el grito en el cielo.

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