_
_
_
_
_
Entrevista:IGNACIO VIDAL-FOLCH - ESCRITOR

"En los países del Este tenemos un realismo mágico muy cercano

, Ignacio Vidal-Folch (Barcelona, 1956) ha regresado a la oscura Rumania de Ceausescu, al confuso año revolucionario de 1989, para escribir su tercera novela, La libertad, que acaba de publicar Anagrama. Vidal-Folch vivió de cerca aquella revolución como enviado especial, pasó miedo en el Hotel Intercontinental y tuvo conciencia en todo momento de vivir una situación con toques kafkianos. Años después ha querido novelarlo y lo ha hecho con una historia en la que contrasta la actitud de unos diplomáticos occidentales que no se enteran. de nada con la de unos jóvenes rumanos que aspiran a viajar a Occidente. El fantasma de la libertad, por supuesto, está en el eje de una novela en la que asoma el humor hasta tal punto que el mismo autor consideró la posibilidad de titularla El factor rumano.

Pregunta ¿Por qué La libertad?

Respuesta Elegí este título porque ninguno de los personajes del libro tiene familia. Todos viajan, a los países del Este o a Occidente. Se encuentran ante la posibilidad de elegir y todos reaccionan de modo distinto. La libertad es el desiderátum de todos, pero quería explicar también sus miserias, el empobrecimiento que significa buscar la libertad individual a toda costa, porque al fin y al cabo somos animales sociales. Pienso que la libertad absoluta es la muerte, pero al mismo tiempo La libertad es también un título irónico.

P. La revolución de Ceausescu queda lejos en la memoria, pero usted empieza la novela con estas palabras: "También del horror sentimos nostalgia".

R. Escribí una primera versión del libro en 1990, pero la hice demasiado en caliente. Después me absorbió mi trabajo de periodista y la abandoné durante un tiempo. Siempre quise escribir sobre aquella Rumania, porque la historia me gustaba mucho. Me obsesionó el Este de Europa, donde viví varios años como corresponsal. Pienso que es como una América de historias fascinantes que tenemos al lado. Algunas son tan brutales que cuando piensas en el realismo mágico te das cuenta que en aquellos pueblos del Este que han vivido sin libertad de expresión durante años se ha extendido mucho la rumorología y circulan historias que no sabes hasta qué punto son reales.

P. Como la compra de avestruces de Ceausescu.

R. Se cuentan muchas historias sobre Ceausescu. e incluí varias en la novela. Estaba loco, era un paranoide. No se sabe si lo que cuentan de él es verdad o no. La compra de los avestruces, por ejemplo. En un viaje a África, le fascinó que pusieran unos huevos tan grandes e importó 1.000 avestruces que acabaron muertos de frío junto al Danubio. También están las historias sobre la mujer de Ceausescu y las escenas de cama. No sé si son verdad o no, pero se corresponden con aquel clima.

P. ¿Por qué ha querido escribir sobre el Este?

R. Allí pasé mucho miedo. Fui cómo enviado especial en 1989 y vi una pobreza brutal. Luego, cuando volví a Barcelona, me di cuenta de que aquí la gente se preocupaba por tonterías mientras que en la puerta de al lado luchaban por tener una pastilla de jabón.

P. ¿Se ajusta a aquel mundo el adjetivo kafkiano?

R. En Kafka se piensa como en el profeta del hombre alienado por el desarrollo de la sociedad, pero creo que también fue el profeta de lo que es el hombre bajo el comunismo. Esa burocracia, esas mentiras... Es como si hubiera vivido el comunismo con antelación. El libro, sí, tiene algo de kafkiano, pero también es bastante humorístico.

P. Se reconocen hechos que fueron material periodístico, como la huida de una atleta que recuerda la de Nadia Comaneci.

R. Me interesaba recuperar esos hechos. La huida a Occidente, por ejemplo. En la novela se incluye un personaje que al llegar a Nueva York sólo quiere visitar los grandes almacenes Macy's. Parece una exageración, pero es así. Mucha gente de países, del Este siente como un síndrome de Stendhal cuando visita los grandes almacenes de Occidente. Se desmayan ante tanta abundancia.

P. Algún personaje plantea la aportación moral que estos pueblos pueden llevar a Europa.

R. Los rumanos dicen que no pueden aportar nada. La primera necesidad que se vio colmada con la revolución fue la de hablar. Todo eran reuniones, debates... Después, cuando mejoró el nivel de vida, la obsesión de los jóvenes era marcharse a Australia, a Israel o a Canadá.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_