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PATRIMONIO

El Berrueco convoca un referéndum para decidir si mueve su picota

Vicente G. Olaya

La picota de El Berrueco (335 habitantes) irá a las urnas. Los vecinos decidirán en pocos días si el Ayuntamiento mueve o no este monumento de tortura del siglo XIV, situado en un lateral de la plaza. El alcalde, Mariano Gómez, independiente, harto de la polémica que divide al pueblo desde hace meses, ha convocado un referéndum tras conocer que Patrimonio no se define sobre la polémica. "¡Qué decidan los vecinos!", afirma.

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Todo empezó hace un año, cuando el pleno aprobó una remodelación de la plaza de El Berrueco. La Dirección Regional de Arquitectura se encargó de diseñar el proyecto. Propuso desplazar la picota tres metros para colocarla en el centro. Y se armó la marimorena. La oposición, el PP, se erigió en defensora del "símbolo del pueblo". Su portavoz, Alfredo García, recordó que un monumento no podía ser movida "por capricho". El alcalde se atrincheró tras el proyecto y empezó las obras. Esgrimió que había sido desplazada hace años y que podía ser movida de nuevo. Las disputas eran tan grandes que recurrieron a la Dirección Regional de Patrimonio (véase EL PAÍS del 23 de enero).Y habló la Comunidad. Sus expertos han decidido que "no han aparecido en las proximidades del elemento restos que evidencien un traslado de la picota a su emplazamiento actual". Pero indican que existen "señales de que su base ha sido sometida a manipulaciones". Piden al alcalde que haga "un estudio planimétrico para comprobar con precisión si la actual ubicación coincide con la planimetría histórica".

El informe ha desatado las iras del regidor: "¿Pero qué dicen? ¿Qué haga yo un informe? ¡Pero si no tenemos dinero!". Gómez anunció que convocaba un referéndum: "Ya no puedo hacer nada más" dijo. Por su parte, Alfredo García, del PP, considera descabellada la consulta. "Los monumentos no se mueven por votaciones. Es Patrimonio quien debe tomar esa decisión".

Añade que existe la posibilidad de que además se rompa. "Hace años, las cruces exteriores de la iglesia se rompieron al moverlas. Los cruceros y la picota están hechos con el mismo granito". Gómez le replica que la picota es un peligro para el tráfico. "Un coche puede chocar...". García le espeta que "durante años han pasado los camiones hacia El Atazar y nunca la rozaron".

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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