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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La última obra de González Acilu

Aún en competencia con un concierto sinfónico de gran público -el inaugural del ciclo de la Comunidad de Madrid que dirigió Ros Marbá- la sala de cámara del Auditorio registró una espléndida entrada: tocaba un cuarteto británico de primera categoría, el Brodsky que forman Michael y Jacqueline Thomas (violín y violonchelo), Ian Belton (violín) y Paul Cassidy (viola). En su interesante y atractivo programa, junto al Cuarteto de Ravel, se estrenó el Cuarteto número 3, de Agustín González Acilu (Alsasua, Navarra, 1929). Coincide la importante primera audición con la salida al público de una excelente biografia-estudio del compositor escrita por Marta Cureses y publicada por la Editorial Complutense. Acilu, desde el primer momento, fue un creador pleno de inquietudes y buscó constantemente soluciones que quizá su intención musical mantenía vivas en su espíritu como en estado latente. Todo artista renovador ha de atravesar un pasadizo, en ocasiones largo, oscuro y difícil, hasta que alcanza la luz: entonces, el estilo está hecho y todas las investigaciones e inquisiciones posteriores se realizan con la seguridad clara del pleno día.

Ciclo Encuentros (Centro para la Música Contemporánea)

Cuarteto Brodsky. Obras de Thomas, G. Acilu y Ravel. Auditorio Nacional. Madrid, 6 de febrero.

Me parece que, desde hace unos años, González Acilu vive y trabaja en la certeza de la luz y en obras como este tercer cuarteto aparecen asumidos, entrañados, cuantos caminos y veredas transitó el músico navarro a lo largo de su obra variada, bien pensada y de raíz intelectual pero de resultados puramente musicales. El Cuarteto número 3, escrito en 1992, muestra una seguridad de trato, una firmeza ideológica y una fusión estrecha entre lo estructural y lo expresivo/afectivo verdaderamente ejemplares.

Se estrenó también Harold in Islington del concertino del cuarteto, Michael Thomas. Se trata de un brillantísimo ejercicio de virtuosismo que parece fundir en una única solución el impulso de un movimiento perpetuo y el talante de la música repetitiva.

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