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Salir del mundo chiquitito

La dirigente aimara Ana María Condori da cuenta del difícil camino de las mujeres bolivianas

Ana María Condori tiene 43 años y la memoria sin límites que corresponde a una aimara. Pero también el coraje y la esperanza de las mujeres aimaras de hoy. Ayer compartió la presentación de la campana Diversidad de culturas, igualdad de derechos de Manos Unidas con la presidenta de esta ONG, Ana de Felipe, y pintó, a través de su experiencia personal, los obstáculos con que tienen que enfrentarse las indígenas bolivianas que aspiran a una vida digna.

"La mujer aimara", dice Condori en su hermoso castellano de sintaxis aimara (también habla quechua), "ha desarrollado bastantemente. Pero tiene un gran problema, que es el miedo que lleva con ella, por falta de acceso a la información. A veces el mundo de la mujer aimara se vuelve bien chiquitito, porque ella no puede controlar lo que hay fuera de su alrededor, aunque su alrededor sí lo controla entero y carea desde niña con toda la responsabilidad de la casa y del ganado. Cuando la mujer aprende, el mundo ya no vuelve a ser tan chiquitito".

Condori -que ha publicado en Bolivia Nayan Uñatatavi (Mi despertar)- está orgullosa de haber sido autodidacta, pero quisiera otro futuro para su comunidad. "Cuando salí de mi pueblo fui a trabajar en varias casas de empleada doméstica, que es un trabajo bien subestimado. Me agarré a una educación muy básica, pero poco a poco me fui metiendo en la organización de los sindicatos, Allá todos los hombres se me reían, porque no había más mujer. Pero yo me propuse: me tienen que escuchar. Y así lo fui pudiendo".

Recuerda Condori que en su comunidad, aunque la enseñanza infantil era obligatoria para niños y niñas y se multaba con un cordero a los padres que no enviaban a sus hijos a la escuela, las niñas acudían menos a clase. "Los padres tienen ansias de que el varoncito se prepare para el futuro, porque tiene que ir al cuartel o ser algo. Pero de las niñas se dice a veces: 'Ay no, mi hija mejor que no estudie, porque de joven va a perder el tiempo con escribir cartas de amor', o simplemente no se da importancia a que la niña estudie. Todo es un pretexto, porque lo que pasa es que el trabajo de la mujer, cocinar, pastear, tejer, es más necesario en la comunidad".

Hoy Condori trabaja en una cooperativa financiada por Manos Unidas para fomentar la participación de la mujer, y está contenta de haber impulsado la cooperativa de cacao El Ceibo, en la zona de Alto Beni, que ha tenido gran éxito productivo y en la lucha antiplaguicida.

Reconoce que el Gobierno boliviano ha emprendido recientemente importantes iniciativas legales para impulsar la participación de las comunidades indígenas: "Por vez primera hay una voluntad de descentralizar, de dejar que las 12.000 comunidades que existen controlen sus intereses. Ahora bien, mucho camino queda por hacer, porque sólo el 3% de los dirigentes indígenas son mujeres, y la mujer es un elemento básico".

. Es crítica con muchas ONG. "Antes no tomaban en cuenta a las mujeres, para todo se dirigían a los varones. Ahora muchas ONG no dicen números reales. Dicen que tienen a tantos miles de mujeres, dicen 'nuestras mujeres' como un objeto propio, pero lo que esas organizaciones hacen no es de verdad positivo: suelen presentar muchos proyectos en el campo de la nutrición, pero ¿de qué valen esos cuidados en nutrición si, por ejemplo, nadie se preocupa de que las comunidades tengan servicios básicos?".

Ana de Felipe, de Manos Unidas, dijo que más del 90% de los 5.567 millones de pesetas recaudados en el pasado ejercicio por la organización ha ido directamente a los 945 proyectos de desarrollo que gestiona en el Tercer Mundo, y que el 90% de ese dinero procede de donativos privados.

De Felipe dio algunos datos sobre el panorama mundial al que se enfrentan las ONG. "En el Tercer Mundo, la escolarización de las mujeres es al menos un tercio inferior a la de los hombres. Las guerras matan más población civil que soldados, mueren dos millones de niños y entre cuatro y cinco millones quedan discapacitados. Está el problema de las minas: las hay con forma de mariposa, para engañar a los niños y causar más mortandad entre ellos. Y el exterminio de los indígenas: en los últimos 10 años, en la Amazonía han desaparecido 90 tribus".

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