Europa sin industria de defensa
INSTITUTO DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS DE LONDRESLos Gobiernos de Europa occidental deben definir sus intereses colectivos a largo plazo tan materia de defensa si quieren salvar buena parte de las empresas del sector
La decisión de Holanda y el Reino Unido de adquirir el verano pasado el helicóptero norteamericano de ataque Apache, fabricado por McDonnell Douglas, con preferencia al Tiger franco-alemán de Eurocopter, subraya el difíil futuro que tienen los industriales europeos del sector.Estos problemas son de cuatro órdenes: Los mercados europeos de defensa están fragmentados según las fronteras nacionales, y el comercio intereuropeo sigue siendo modesto, si exceptuamos los proyectos de colaboración internacional. Según las previsiones, el gasto en defensa bajará incluso en Francia, donde, con el presidente Chirac, los gastos durante los próximos cinco años podrían estar un 20% por debajo de lo aprobado en el plan de 1994.
Las exportaciones británicas y francesas en el sector se vienen manteniendo, pero la competencia de las empresas norteamericanas no deja de crecer. La enorme cuota de mercado de Estados Unidos (55.000 millones de dólares) contribuye a explicar por qué siete de las diez mayores empresas de defensa del mundo son de este país. El presidente Clinton ha redoblado el apoyo público a la exportación de armas, y la competitividad de EE UU aumentará aún más si la Administración cede ante las presiones de la industria para que avale la financiación de sus exportaciones.
Pese al fin de la guerra fría, apenas han disminuido las exigencias de tecnología para la defensa por parte de los Gobiernos europeos; especialmente, en lo referente a complejos sistemas de precisión con fuerte componente electrónico y de in formación. Un ejemplo de ello es la intención británica de ad quirir misiles norteamericanos Tornahawk. Es probable que los Gobiernos europeos quieran re forzar en el futuro su capacidad de reconocimiento aéreo, la de fensa contra misiles balísticos y el reconocimiento espacial, campos, todos ellos, en los que Washington ha efectuado ya grandes inversiones . En áreas de tecnología de defensa menos compleja, las empresas de Europa occidental se enfrentan a una competencia cada vez mayor de los productores de los Estados reciente-mente industrializados y del desesperado sector de defensa ruso.
Muchas empresas europeas han tratado de introducir reformas estructurales para seguir siendo competitivas, pero su capacidad de renovación es irregular y no siempre se ve respaldada por los poderes públicos.
Se han hecho economías en instalaciones y mano de obra, a veces simplemente para reducir capacidad, pero frecuentemente también para hacerlas más rentables. Francia ha sufrido unas pérdidas de empleo relativamente bajas (unas 50.000). En el Reino Unido, en cambio, han desaparecido bastante, más de 100.000 puestos de trabajo desde fin de los años ochenta. Las empresas europeas no parecen haber reducido su base de subcontratas como han hecho las norteamericanas.
Con respeto al proyecto Eurofighter 2000, el deseo de repartir el trabajo supuso la adopción de procedimientos muy estrictos de la llamada justa compensación. Se asignaron las correspondientes cuotas dentro de cada subsistema, y no únicamente para el aparato en su conjunto. Los costes de desarrollo se dispararon cerca de un 23% como resultado de retrasos gubernamentales, cambios en las especificaciones y problemas técnicos. Ahora habrá que negociar por ello nuevas cuotas de reparto del trabajo porque Alemania, Italia y España quieren comprar más unidades de las previstas inicialmente. La característica más positiva del Eurofighter es la de que su capacidad de combate aire-aire resultará probablemente la mejor en el mercado, superada tan sólo por el F-22 estadounidense, que es mucho más caro.
La cooperación entre Francia, Alemania, Italia y España en la fabricación de una gama de satélites de reconocimiento avanza lentamente. Se ha lanzado el Helios (con sistemas ópticos), cuyo desarrollo está dominado por Francia en tanto que España e Italia sufragan una pequeña parte de los costes. Francia quiere que Alemania pague entre el 15% y el 20% y reciba sólo el 10% del trabajo, pero está dispuesta a ceder a Alemania el liderazgo en la producción del satélite Horus (radar de apertura sintética). Alemania es reacia a aceptar ese plan y estudia una oferta norteamericana de satélite óptico de coste mucho menor. Italia y España esperan a que Alemania participe en los dos satélites citados, para tomar una decisión.
La Fragata Común de Nueva Generación (Horizon) y su Sistema Principal de Misiles Antiaéreos (PAAMS, siglas en inglés) no tendrán un radar de armamento común, porque el Reino Unido prefiere su sistema Samson de Siemens Plessey al Empar de Alemania. Francia e Italia quieren, además, que Londres contribuya a los 2.200 millones de dólares que afirman haber gastado en el predecesor del PAAMS, la Futura Familia de Misiles Superficie-Aire. A la Oficina Nacionalde Auditoría del Reino Unido le preocupa que la fragata Horizon no esté lista cuando la Marina la necesite, entre otras cosas porque habrá que integrar diferentes PAAMS en el sistema de gestión de combate. Los Gobiernos han dado a entender que les gustaría que existiera una justa compensación en el proyecto, pero todavía no se han acordado procedimientos competitivos y Gran Bretaña, Francia e Italia tienen fuerte preferencia por sus propios radares y misiles.
Las compañías han lanzado empresas conjuntas y adquirido otras en el extranjero para obtener capital, tecnología y/o mercados, así como para hacer economías de escala. Aérospatiale y Daimler-Benz Aerospace (DASA) han fusionado su fabricación de helicópteros para formar Eurocopter; Matra-Marconi Space es una destacada empresa franco-británica; GEC y Thomson planean una empresa conjunta para la fabricación de sistemas de sonar. Thomson-CSF se ha hecho con el control de algunas pequeñas empresas de electrónica, y ha adquirido participaciones en otras firmas en los Países Bajos, el Reino Unido, y recientemente en España (donde tomará una participación del 25% en Irdra a un coste de 24,6 millones de dólares). Para tener acceso al mercado norteamericano, algunas empresas británicas (como Lucas, Dowty o GEC) se han instalado en Estados Unidos. Rolls-Royce trata de modernizar su producción adquiriendo la norteamericana Allison.
Pero igual que ocurre con la colaboración, la reestructuración de la industria es problemática. Francia trata de vincular la fusión de los negocios de misiles de Matra y BAe con la compra por parte del Reino Unido de un misil francés aire-tierra de largo alcance, y la fusión de los negocios espaciales de Aérospatiale y DASA con la participación alemana en el programa de los satélites Helios y Horus lo que causa retrasos.
Casi todas las principales empresas europeas de defensa se enfrentan a graves problemas. En el Reino Unido, BAe y Rolls-Royce tienen buenos resultados de exportación y una base tecnológica impresionante, y están comprometidos con un proceso de producción moderno. Ambos han mostrado estar dispuestas a reformas radicales: la cooperación de BAe con la firma sueca Saab-Scania podría llevar a una fusión. Pero las dos empresas británicas necesitan imperiosamente capital para su desarrollo futuro, y podrían ser vulnerables a una compra desde fuera. GEC posee algunas tecnologías excelentes, pero su historial de, desarrollo de productos es, en el mejor de los casos, irregular.
,En Francia, las estatales Aérospatiale, SNECMA y Giat sufren fuertes pérdidas, por lo que precisan enormes subvenciones públicas que cada vez son más difíciles de justificar. Los resultados de Thomson-CSF, que por lo demás son buenos, se, han visto afectados por su relación con las pérdidas bancarias de Crédit Lyonnais, mientras que la relativa mejoría de Dassault se ha basado en. las ventas de su reactor comercial Falcon, la masiva financiación pública del Rafale y las valiosas exportaciones del Mirage 2000.
En Alemania, DASA asegura que no puede tener beneficios mientras el dólar esté tan infravalorado, y el grupo se ve lastrado por las pérdidas de la holandesa Fokker, de la que es propietario.
En Italia, el bajo gasto de defensa del Gobierno hace difícil prever un futuro próspero para Finmeccanica, que controla el Estado. El Grupo Industrial de Defensa Europeo, que representa la perspectiva industrial del Grupo de Arma mentos de la Unión Europea, quiere que los Gobiernos permitan o fomenten la racionalización y especialización de las empresas a escala europea; que den preferencia a las empresas de defensa del continente; que incrementen la financiación de las tecnologías estratégicas; y que aseguren la coordinación de sus necesidades militares.
Sólo si los Gobiernos de Europa occidental pueden desarrollar un concepto más claro de sus intereses colectivos a largo plazo en este campo será posible salvar buena parte de las empresas del sector. Podría haber más empresas de defensa europeas que, como la británica Westland, optaran por convertirse básicamente en fabricantes bajo licencia y subcontratistas de empresas estadounidenses.
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