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Acuerdo entre los golpistas y el líder de Guinea Conakry

El presidente de Guinea Conakry, Lansana Conté, anunció ayer que había llegado a un acuerdo con los militares golpistas que el viernes bombardearon su palacio. El jefe del Estado pidió a los soldados -que convirtieron un motín en demanda de mejoras salariales en un golpe militar- que volvieran a sus cuarteles. A pesar del acuerdo, la situación seguía incierta en la capital de este pobre país de África occidental, habitado por más de seis millones de personas, en su mayoría de religión musulmana. Según la Embajada de España en Senegal, los 15 españoles que se encuentran en la zona están a salvo. El de Guinea Conakry, donde Conté se hizo con el poder mediante un golpe militar en 1984 tras la muerte del líder marxista y padre de la independencia Seku Turé, no ha sido la única sacudida en una región devastada. Hace una semana, el Ejército de Níger derrocó a su primer presidente democrático, Maliamane Usmane. En Sierra Leona, donde decenas de miles de refugiados viven al borde de la inanición y la guerra civil ha degenerado en una crueldad atroz, el capitán Valentine Strasser fue depuesto por Julius Maada el 16 de enero. Al menos 160.000 habitantes de Sierra Leona han buscado asilo en Guinea Conakry, donde también se encuentran refugiados 400.000 liberianos. Los principales grupos guerrilleros que han arrasado Liberia alcanzaron en agosto pasado un frágil acuerdo cuando ya no quedaba nada que robar en un país aniquilado.

El dictador nigeriano Sani Abacha invalidó en 1993 las elecciones que le apartaban del poder, y acabó encarcelando al, ganador, Moshood Abiola. En noviembre del año pasado el escritor Saro Wiwa y otros ocho activistas ogonis del delta del Níger, contaminado por la petrolera Shell, fueron ahorcados.

Gambia, un dedo de tierra en la boca de Senegal y modelo de democracia, agoniza en manos de los jóvenes golpistas que en 1994 derribaron a Dawda Jawara. Senegal y Costa de Marfil, dos ex colonias francesas modelo de estabilidad, sufren agudos conflictos raciales. El nuevo año, como casi siempre en África, ha vuelto a comenzar mal.

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