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Dos guarniciones se rebelan contra el presidente de Tayikistán, aliado de Moscú

El presidente de Tayikistán, Emomalí Rajinónov, dijo ayer ante el Parlamento que las rebeliones en las ciudades de Kurgán-Tiubé y Tursunzadé constituyen un intento de golpe de Estado. "Hay que hacer todo lo posible para evitar un derramamiento de sangre", declaró Rajmónov, que envió negociadores a tratar con los rebeldes, que exigen el cese del actual Gobierno. Pero si las conversaciones no dan resultado -y ayer uno de los alzados se negó a negociar, aunque el otro aceptó la mano tendida-, Rajmónov parece decidido a utilizar la fuerza para desarmar a los sublevados.Destacamentos del Ministerio del Interior y del de Seguridad, integrados en su mayoría por hombres de la región de Kuliab, de donde procede el actual presidente, avanzaron ayer hacia Kurgán-Tiubé y Tursunzadé, a 99 kilómetros al sur y 57 al oeste, respectivamente, de Dushanbé, la capital tayika. Los destacamentos tienen la tarea de "cortar las posibles vías de retirada de los rebeldes", contra los que se tomarán "las más duras medidas" si no deponen las armas en las próximas 24 horas.

El coronel Majmud Judoiberdíev, comandante de la I Brigada de Destino Especial y que ayer rechazó la negociación, se hizo fuerte el sábado pasado con cerca de 1.500 soldados en Kurgán-Tiubé, capital de la provincia de Jatlón; un día antes Tursunzadé había caído en manos de Ibodulló Boimátov, ex alcalde de esta ciudad, que también tiene a más de mil hombres bajo su mando. Ambos rebeldes contribuyeron en 1992 a vencer en una sangrienta guerra civil al Gobierno integrado por islamistas y liberales. Pero, con la llegada de Rajmónov, todos los puestos claves pasaron a manos de los clanes de Kuliab, la región natal del presidente, que marginó a la numerosa y antes influyente comunidad uzbeka, a la que Judoiberdíev y Boimátov pertenecen.

El peligro de que estalle una nueva guerra civil de grandes proporciones se ve agravado por el hecho de que en el territorio de Tayikistán hay varias regiones controladas por la guerrilla islámica, que también hace incursiones desde Afganistán. El último ataque de los guerrilleros fue perpetrado hace dos días en la región de Tavildar, al este de Dushanbé, y dejó un saldo de más de veinte soldados muertos y cerca de ochenta prisioneros.

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