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Plomo contra la protección

Un grupo ecologista ha recogido 40 aves protegidas abatidas esta temiporada ipor cazadores

Búhos tuertos, milanos con el ala arrancada, águilas cojas, buitres con el cuerpo relleno de plomo, gavilanes, halcones, lechuzas, azores. Más de cuarenta ejemplares de la fauna autóctona han sido abatidos a tiros esta temporada pese a su carné de especies protegidas en peligro de extinción. Y el número de ejemplares protegidos rescatados de la muerte supone un porcentaje ínfimo con respecto a los que realmente mueren tiroteados. Hoy, domingo, es el último día hábil para la caza menor en la región, y el día 18 de febrero es el último para la caza mayor. La misión del Grupo para la Recuperación de la Fauna Autóctona (Grefa) de Majadahonda (39.000 habitantes) consiste en curar a los animales heridos y devolverlos a su entorno natural.

Navacerrada, la cuenca del río Guadarrama y Cenicientos forman un triángulo geográfico de enorme importancia ecológica dentro de la comunidad. "Es una zona privilegiada, porque reúne diversos ecosistemas: comprende montañas, defesas bosques, zonas acuíferas. Este triángulo ecológico es una auténtica reserva animal para muchas especies, incluida, el águila imperial ibérica, de la que sólo quedan unas 25 parejas", comenta Ernesto Álvarez, coordinador de Grefa.

Los animales abatidos que este,, grupo recoge proceden en su mayoría de ese triángulo ecológico. Los llevan operarios de la Guardia Civil, los propios cazadores arrepentidos, o los recogen ellos mismos tras previo aviso. Álvarez está en contra de todo tipo de caza; sin embargo, sabe distinguir entre cazadores verdaderos (a los que respeta) y meros asesinos. "Son asesinos porque matan a conciencia especies protegidas. Es imposible que disparen a un búho real por error. Su tamaño y su forma de volar lo hacen inconfundible. Lo mismo pasa con águilas, buitres, cigüeñas. La ley debe ser más estricta con estos escopeteros", apunta Álvarez.

En la Comunidad de Madrid quedan unas diez parejas de búho real. Los veterinarios de la Universidad Complutense que colaboran con Grefa han intervenido en sus quirófanos a seis ejemplares de esta especie para su posterior liberación durante la temporada de caza. Pero no todas las aves que llegan al centro son recuperables: "A muchas hay que practicarles la eutanasia", dice Álvarez. Quizá fuera posible salvar a algunas, pero estas aves quedarían discapacitadas y serían presa fácil para otros predadores", añade.

Sin embargo, existe una excepción a estos casos. Grefa recuperó un águila imperial que perdió una pata en un alambre de espino. Los biólogos del grupo llevan varios meses siguiendo al ave: "Sabemos que come, pero no cómo consigue el alimento. Creemos que se lo arrebata a águilas más pequeñas o come animales muertos", explica Quico, un biólogo que presta sus servicios en el centro "por amor a la naturaleza" y sin cobrar un duro.

Una de las múltiples jaulas del recinto alberga aves inválidas no sacrificadas. Las llaman aves nodriza. "Supeditamos su libertad por el bien de la especie; son las aves que crían pollos recogidos tras el expolio ilegal de los nidos", aclara Álvarez, y añade: "Tratamos de que los pollos permanezcan el menor tiempo posible en el centro para evitar que se impregnen del hombre".

Grefa ha registrado la entrada de 700 animales durante el pasado año. "Se les abre una ficha que registra la causa de entrada y el lugar de procedencia. Así observamos si se dan casos similares repetidos en una misma zona, para denunciarlo a las autoridades", explicó un voluntario. Las instalaciones del centro comprenden una enfermería, una UCI, un laboratorio e infinidad de jaulas para el periodo posoperatorio y rehabilitación de los animales.

Los ecologistas hacen una recomendación. Animan a los cazadores a aparcar sus escopetas y cazar con los prismáticos: observar el picado de un halcón es toda una experiencia. Por su parte, Jesús de Benito, presidente de la asociación de cazadores de Villaconejos, descalifica a los cazadores que matan especies protegidas: "Esa gente que sale al campo y dispara a todo lo que se mueve no son cazadores. Hay que denunciarlos. Cuando cazas por la viña y te sale un mochuelo, instintivamente lo encaras con la escopeta, pero en ese momento hay que tener frialdad para distinguir la pieza. Así se ve el saber y la intención de un cazador".

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