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DANZA

Patientia

Mucho de errático habría que decir de las coreografías presentadas como segunda oferta del llamado Ballet Clásico Mediterráneo (que, no nos llamemos a engaño, no es una compañía profesional reforzada por alumnos, sino solamente alumnos de irregular nivel y algún que otro profesional suelto por allí), adaptadas febrilmente a las evidentes limitaciones del grueso de los ejecutantes. Hay excepciones gratificantes, como Joaquín de Luz, que demuestra su talento y brío, aún con cierto descontrol.Pero será mejor preguntarse qué pinta un profesional tan prestigioso y admirado como Fernando Bujones metido en medio de algo así. Lo del Cascanueces pasaba sin amargura por su parte altruista, aquello de las funciones benéficas para niños. minusválidos,, algo que todos queremos que se haga y que es necesario hacer con amor. Pero esto es otra cosa. Ni Paquita es un ballet mediterráneo ni Napoli admite el ambiente j otero (donde todo parecido con el original es pura inocencia), ni el virtuosismo forzado y sin terminación es una meta en sí mismo.

Ballet Clásico Mediterráneo

Paquita: Petipa-Bujones / Minkus;Sonatas: Padre Soler / Santos; Novios: Morricone / Santos; Napoli. Bournonville-Bujanes / Paulli y Lumbye. Teatro de Madrid, 25 de enero.

La textura escolar se manifiesta y hubiera sido mejor presentarlo como tal, con su ingenuidad y sus muchísimos defectos formales (poco baile de verdad y muchos pasos, poca conciencia estilística y sobrados amaneramientos, además de la casi nula musicalidad en los actuantes), no para buscar benevolencia de la crítica o del público -escaso en la segunda velada-, sino para poder dormir tranquilos.

Bujones ha hecho un milagrito doméstico con al menos poner en fila a las debutantes, pero no es eso para él una buena carta de presentación de su trabajo rector ante el público español. Los fines de curso pueden ser deliciosos, y hasta son importantes, son cantera, oportunidad y catálogo del futuro siempre que se tenga un mínimo de claridad sobre los propios límites. Es el arte de mirarse en el espejo cada día y saber verse tal cual uno es.

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