Otro secuestro
CERCA DE 80 secuestros ha realizado ET en su ya larga trayectoria delictiva. Pero nunca antes tuvo a dos personas en su poder al mismo tiempo, y desde hace muchos años había limitado su práctica a objetivos recaudatorios. Ésta es justamente la novedad que introduce el secuestro de José Antonio Ortega Lara, funcionario de la prisión de Logroño, cuya desaparición se ha atribuido la organización terrorista mediante una llamada telefónica al diario Egin. Hay que retrotraerse al otoño de'1983 para encontrar el precedente del capitán farmacéutico Martín Barrios, secuestrado y posteriormente asesinado.Cuando José María Aldaya ha batido ya todos los tristes récords de permanencia como rehén de la banda, ésta realiza un segundo secuestro como prueba de que se considera con fuerza y operatividad para mantener capturadas a dos víctimas simultáneamente y de que está plenamente decidida a desplegar toda la actividad criminal de que sea capaz.
Los funcionarios de prisiones han sido frecuentemente objetivos de ETA. A alguno le ha costado la vida. Pero el secuestro de uno de ellos supone un salto cualitativo. Excluido el móvil económico, la acción no pretende sino extorsionar al Gobierno y a los propios funcionarios de prisiones para reforzar la nueva ofensiva de Herri Batasuna contra la política penitenciaria. El hecho de que se trate de un militante del Partido Popular multiplica la capacidad de chantaje de los secuestradores. El reagrupamiento de los presos etarras en cárceles en Euskadi y el fin de la dispersión son un objetivo antiguo de la banda terrorista. En esa situación sería extremadamente difícil para cualquier preso distanciarse de la banda. ETA reimplantaría la disciplina del terror y la intimidación a los presos, para complementar desde las cárceles su estrategia.
Acercar a los presos etarras a prisiones cercanas a Euskadi puede ser un gesto de buena voluntad del Gobierno para evitar a los familiares largos viajes y costos en sus visitas. Pero es un cinismo cruel de ETA hablar de la dispersión como de una violación de los derechos de los presos. Porque si es onerosa una visita a un familiar que cumple condena por un crimen en algún punto de España, mucho más costoso resulta para muchos familiares de víctimas inocentes de ETA visitar sus tumbas, aunque estén tan cerca de su casa como el cementerio de Polloe en San Sebastián.
Aldaya sigue secuestrado, y ahora se une a su suerte Ortega Lara. La solidaridad ciudadana que ha despertado Aldaya debe movilizarse también en torno a Ortega. No puede haber distinciones ni fisuras. Porque todo hace suponer que es el comienzo de la particular campaña que ETA ha diseñado ante las elecciones. Razón de más para que las fuerzas políticas no se llamen a engaño y refuercen su compromiso de demostrar su firme unidad frente al terrorismo.
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