Un Parlamento y una democracia en formación
El próximo sábado 20 se celebrarán en Palestina las elecciones para el Consejo Legislativo. Es la primera vez en toda su historia que el pueblo palestino votará un cuerpo representativo. Con anterioridad, los palestinos han participado en tres elecciones: al Parlamento otomano, entre 1908 y 1914; en las municipales durante el subsiguiente periodo de mandato británico, y en las municipales celebradas bajo la ocupación israelí.Las elecciones del próximo sábado también son importantes porque será la primera vez que un líder palestino se somete a la aprobación electoral de su pueblo. Esta importancia queda mitigada por el hecho de que, aunque Yasir Arafat no sea el único candidato -una respetada dirigente del movimiento de mujeres palestino, Samiha al Khalil, es su única oponente-, se espera que gane por abrumadora mayoría.
Más importante aún que los resultados de las elecciones para la cabeza de la Autoridad Palestina (los israelíes se negaron a permitir que en la versión inglesa, del acuerdo de autonomía el término se tradujera por "presidente" a pesar de que el término árabe utilizado, ra'is, significa tanto "cabeza" como "presidente") serán los resultados de la elección de los 88 miembros del Consejo Legislativo. Las elecciones están organizadas por distritos, con algunos escaños reservados para los cristianos, que constituyen una minoría decreciente de la población árabe palestina, y un escaño en la zona de Nablús para un miembro de la diminuta minoría samaritana.
El sistema electoral está pensado para dar al movimiento Al Fatah de Yasir Arafat todas las ventajas posibles; las elecciones serán supervisadas por una comisión electora encabezada por la mano derecha de Arafat, Abu Mazin, y Al Fatah es, con mucho, la mayor organizacion política de Palestina y la mejor financiada. Más aún, todos los sondeos de opinión fiables, especialmente los del Centro de Investigación y Estudios Palestinos con sede en Nablús, indican que Al Fatah cuenta con el apoyo de una mayoría sustancial de palestinos. Por tanto, no cabe duda de que Al Fatah "ganará" las elecciones al Consejo, incluso admitiendo que sean limpias y haya un fraude mínimo.
Acerca del resultado de las elecciones hay, al menos, tres interesantes preguntas a largo plazo. La primera es si algunos de los muchos candidatos individuales que se han identificado con Al Fatah a fin de salir elegidos acatarán las directrices de ese movimiento una vez hayan triunfado y crean que gozan de un mandato popular. Esta es una pregunta razonable dada la floja disciplina que Al Fatah ha impuesto siempre a sus partidarios y la fuerte base de poder local que poseen muchos de estos candidatos.
La segunda cuestión es si se puede esperar algún grado de independencia de los ganadores de escaños que son parte integrante de la organización Al Fatah en Cisjordania y en la franja de Gaza. Esta organización ha operado con gran autonomía de sus dirigentes en el exilio durante las décadas de ocupación israelí. Ya ha habido muchos indicios de fricción entre el interior y el exterior durante el proceso de integración de las instituciones y el personal, de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que estaban fuera, con la población palestina, y también a causa del establecimiento de las nuevas instituciones de la Autoridad Palestina en Cisjordania y Gaza desde mayo de 1994. Esta fricción ha afectado a Al Fatah. La tercera pregunta está relacionada con el número de figuras independientes y de la oposición que saldrá elegido y si se coaligarán en el Consejo en un bloque serio capaz de poner freno al poder absoluto de Arafat y sus seguidores de Al Fatah. Se espera que resulten elegidos algunos independientes, como el muy respetado doctor Gaidar Abdel Shafi, jefe de la delegación palestina en las negociaciones de Madrid y de Washington. Por lo que a los grupos de oposición se refiere, se presenta una serie de candidatos pertenecientes a las organizaciones seculares FPLP y FDLP o a los grupos islamistas de Hamás. Pero todos los grupos de la oposición están profundamente divididos en lo que respecta a si deben o no participar en un proceso político que emana de unas negociaciones con Israel cuyos resultados rechazan. Lo más probable es que estas divisiones favorezcan a Arafat y Al Fatah.
El comodín de la baraja es Israel. Israel se ha introducido directamente en la campaña electoral mediante el asesinato hace dos semanas (cometido sin duda alguna por Israel, aunque no haya habido confirmación) de Imad Ayash, conocido como El Ingeniero al que se hace responsable de una serie de sangrientos atentados con bombas cometidos por Hamás en Israel. Hamás y otros grupos de la oposición habían observado una tregua de varios meses en sus ataques a Israel y ni siquiera habían tomado represalias por el asesinato en Malta, (también cometido por Israel) de Fathi Shikaki, dirigente del movimiento islámico Yihad, a finales de octubre, justo antes del asesinato de Rabin. Esta tregua fue el resultadó de intensas negociaciones entre la OLP y Hamás, y del eficaz trabajo policial de la Autoridad Palestina para evitar atentados. Ahora se cuestiona si se mantendrá o si, a consecuencia del asesinato, habrá acontecimientos inesperados que interferirán con las elecciones. Cuando en 1991 comenzó en Madrid el proceso negociador, entre palestinos e israelíes, que luego continuó en Washington, Oslo y otros lugares, parecía improbable que Israel se retirara algún día de Cisjordania y la franja de Gaza o que permitiera elecciones palestinas libres. Actualmente Israel no se ha retirado todavía de la mayor parte del territorio de Cisjordania y retiene gran parte de la franja de Gaza, pero ha abandonado la mayoría de las ciudades y zonas pobladas de ambas regiones. Y aunque los negociadores israelíes intentaron desde el principio restringir el tamaño, composición y poderes de un cuerpo palestino electo, estamos ahora próximos a la elección de algo muy parecido a un Parlamento palestino en embrión que incluye representantes de los 160.000 árabes que viven en la zona árabe oriental ocupada de Jerusalén. Queda por ver si este Parlamento en formación servirá para algo más que para la aprobación automática de las tendencias autoritarias de la dirección de la OLP y si de verdad puede iniciar la construcción de una genuina democracia palestina. También queda por ver si servirá para legitimar y hacer avanzar las aspiraciones aún irrealizadas de autodeterminación y de formación de un Estado del pueblo palestino, y para el regreso a su tierra natal de la mayoría de los palestinos que sigue en el, exilio después de décadas desde las guerras de 1948 y 1967 que les convirtieron en refugiados.
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