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Berlusconi abre su juicio por corrupción fiscal con un feroz ataque a los jueces de Manos Limpias

"No me siento acusado. Me parece que éste no es el proceso de Berlusconi, aunque sea llamado así por comodidad. Pero esperemos que, al final, se llame de otro modo". Relajado, festivo, prodigando autógrafos y respuestas ingeniosas, Silvio Berlusconi asistió ayer a la sesión inaugural del juicio por corrupción que se le sigue en Milán. El ex primer ministro bruñó el arma de su facilidad comunicativa y, saliendo de meses de letargo, emprendió la batalla final por invertir su proceso Convirtiéndolo en el juicio a la investigación Manos Limpias, cuya figura máxima fue el ex fiscal Antonio di Pietro.

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"A la luz de cuanto hemos sabido en estos días, toda la historia de Tangentópolis [de la corrupción descubierta por los investigadores] debería ser reescrita", dijo. "Hay células enloquecidas, metástasis que están siendo localizadas", afirmó la víspera al referirse al equipo de fiscales que impulsan desde hace cuatro años las pesquisas que han destrozado el cuadro político vigente desde la posguerra. Con esa frase, Berlusconi quiso dejar claro que no toda la magistratura es mala.El mal, según él, se llama Antonio di Pietro, el fiscal que impulsó las investigaciones sobre Fininvest -el grupo empresarial del ex primer ministro y líder de Forza Italia, que colgó la toga hace 14 meses. Hoy lo compara con Licio Gelli, turbio patrón de la logia masónica Propaganda Dos (P-2), que maniobró en los años ochenta para cambiar la política italiana. Berlusconi presentó la comparación como negativa para Di Pietro, pasando por alto que el que se afilió a la P-2 fue él y no el ex fiscal más famoso de Italia.

"Creí que Gelli era bueno, luego descubrí la verdad", se disculpó el patrón de la televisión privada italiana. Insistió en que el descarriado ahora es otro: "Di Pietro ha perdido la cabeza", proclamó en su citada rueda de prensa. Éste parece ser el único punto de acuerdo entre Berlusconi y Francesco Saverio Borrelli, el fiscal jefe de Milán, que, en una entrevista publicada ayer por el Corriere della Sera, afirmó que "Di Pietro ha perdido la brújula".

Piercamilo Davigo, el más amigo de Di Pietro entre los fiscales milaneses y uno de los que representan al ministerio público en el juicio abierto contra Berlusconi, declaró ante la magistratura de Brescia, en el contexto de las investigaciones por las que ha sido pedido el procesamiento de Di Pietro por presunto abuso de cargo público, que el comportamiento del ex fiscal al final de su carrera fue "ambiguo". Que primero presionó más que nadie para que se procediera contra Berlusconi, y que luego dio marcha atrás. "Entendí que se trataba de una persona que no tenía una sola verdad, sino más de una", comenta ahora Berlusconi.

Juguete roto

Di Pietro sale de esta polémica como un juguete roto. Se lo vaticinó el ex presidente de la República Francesco Cossiga, que le conocía bien, porque lo tuvo un tiempo de guardaespaldas, cuando dijo del ex fiscal que podía ser un buen policía, pero que carecía de la sutileza necesaria para ha cer política en Italia.

Claro que Berlusconi no se conforma con Di Pietro. Dispara por elevación, y dice: "Las noticias confirman la sospecha fundada de que la fiscalía de Milán, en algunos casos por boca de su jefe, actuó contra el Gobierno por motivos políticos de desestabilización, con la clara intención dé reemplazar al Gobierno legítimo por otro en el que predominara el partido de los fiscales". Berlusconi alude a la izquierda.

Las "noticias" son las actas de la investigación de Brescia sobre Di Pietro, lanzadas por el pe riódico y las televisiones del ex primer ministro poco antes de la apertura del juicio. "Ha sido una suerte tremenda", comentó el in teresado, sin preocuparse por quien no comparte su interpretación de las actas o considera poco elegante la coincidencia. La comunicación de masas no pretende ser elegante ni precisa, sino eficaz, y Berlusconi piensa sólo en ella: "Hasta cuando me afeito actúo como si hubiera una, cámara de televisión", comentó.

"La reconstrucción histórica [que hace Berlusconil de la crisis de su Gobierno es de risa", responde el fiscal jefe Borrelli, evocando cómo aquel Gabinete cayó porque la Liga Norte abandonó la coalición que lo sostenía, y no por Manos Limpias.

Precavido, el acusado anticipó otras líneas de defensa. "El verdadero escándalo, si acaso, es que mi empresa haya estado expuesta a las presiones y abusos de un cuerpo armado", afirmó, en referencia a los policías fiscales que está acusado de haber corrompido. "De todos modos", añadió, "yo, como presidente, no hubiera nunca sabido lo que pasaba". Y para ilustrar esa imposibilidad, alzó un brazo, luego otro y dijo, "¡chas!", como un prestidigitador. "Son 30 segundos. Cada 30 segundos entraban 100 millones de liras en mi empresa", explicó.

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