Un estreno policial
Los actores madrileños se sumaron en 1975 a la primera y única protesta del sector durante la dictadura
En febrero de 1975, hace más de dos décadas, la actriz Tina Sainz vivió en Madrid uno de los estrenos más inolvidables de su vida: las lecheras. Aunque lo parezca, no es el título de una obra de teatro, sino el nombre con que se bautizó entonces a los nuevos vehículos utilizados por la Policía Armada, y que el 8 de febrero la actriz madrileña tuvo la mala fortuna de estrenar junto a José Carlos Plaza, Rocío Dúrcal, Pedro Mari Sánchez, Flora María Álvaro, Enriqueta Carballeira, Antonio Malonda y Yolanda Monreal. En el momento de la detención se encontraban en el teatro Bellas Artes, informando acerca de la huelga de actores que había comenzado una semana antes y a la que se habían sumado autores directores, cineastas, bailarines, pintores, realizadores, cantantes y hasta Televisión Española, cuyos responsables se vieron obligados a sustituir la programación habitual a causa de los paros.Fue la primera movilización del mundo del espectáculo, que, a decir verdad, en los casi 40 años de dictadura dio pocos disgustos al régimen de Franco. El origen del conflicto fue la firma del convenio colectivo de los actores de teatro. Éstos habían creado la llamada comisión de los 11, cuyos miembros habían sido elegidos por votación en una asamblea, y por tanto no aceptaban como representantes suyos a los vocales y enlaces del sindicato vertical. Todo comenzó de una forma espontánea", asegura Tina, "a los responsables franquistas no les importó en un principio la presencia de nuestra comisión, pero después se echaron para atrás porque se dieron cuenta del riesgo político: era tanto como hacer las Comisiones Obreras.
Tras la negativa por parte del Ministerio de Relaciones Sindicales a que nuestra comisión tuviera voto, nos constituimos en asamblea permanente y comité de huelga en la sede del sindicato vertical, que estaba en la cuesta de San Vicente".
La práctica totalidad de los teatros madrileños salvo el Alcázar, La Latina y el café teatro La Fontana secundó el paro, al que rápidamente se sumaron los circos, los tablaos, las salas de arte y la televisión.
También en Barcelona muchas compañías suspendieron sus funciones y los sindicatos de actores italianos y franceses enviaron dinero para atender las urgencias económicas de los actores madrileños.
"Las cosas se empezaron a poner serias, sobre todo cuando los profesionales de televisión decidieron apoyarnos. La huelga se había extendido demasiado, se les escapaba de las manos y decidieron que había que dar un escarmiento. Es entonces cuando la policía me detiene junto a otros compañeros en el Bellas Artes. Nos meten en las lecheras y nos llevan a la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol. Nos tuvieron en los pasillos un buen rato. Se notaba que no sabían muy bien qué hacer con nosotros. Lola Flores llegó al día siguiente y logró sacar a Rocío Dúrcal. Después soltaron también a Pedro Mari, a Flora y a Enriqueta", recuerda Tina.
Los directores teatrales José Carlos Plaza y Antonio Malonda fueron trasladados a la cárcel de Carabanchel. Tina Sainz y Yolanda Monreal, a la de Yeserías. Fueron acusados de pertenecer al FRAP (Frente Revolucionario Anti Fascista y Patriótico) e incluso a Antonio y Yolanda se les relacionó con el atentado perpetrado por ETA cuatro meses antes en la madrileña calle del Correo. Dijeron cosas tremendas y algunos periódicos difundieron graves injurias, como que habíamos agredido Con cadenas a otros actores. Nos dimos cuenta que iban a por todas. A Malonda y a su mujer intentaron relacionarlos con grupos terroristas. Estaban muy asustados. Nuestros líderes se dieron cuenta del peligro que corríamos y decidieron parar la huelga a cambio de nuestra libertad".
Así se hizo y el día 13 de febrero los actores volvieron al trabajo. Para obtener la libertad los detenidos tuvieron que pagar, además, una multa cada uno de medio millón, abonada por una colecta.
"Yo estaba actuando en el teatro Eslava [hoy discoteca Joy Eslaval] con Irene Gutiérrez Caba, empresaria de la compañía. Esta familia se portó admirablemente. Un representante suyo se acercó a la cárcel a llevar dinero, al igual que Paco Martínez Soria, dueño del local. Nos impusieron multas astronómicas. Nosotros no hubiéramos podido pagarlas", asegura la actriz.
Sin embargo, para Tina Sainz, quien considera que la huelga fue un éxito político, la protesta tuvo paradójicamente consecuencias negativas: "En este sentido, dimos un paso atrás. No supimos diferenciar al empresario de paredes, al dueño del local, que era el que imponía unas condiciones leoninas, ganando dinero sin arriesgar nada, del empresario de compañía, que era en definitiva el que nos daba la posibilidad de trabajar. Entre otros, tenían compañía Gutiérrez Caba, Alberto Closas, Adolfo Marsillach, Nuria Espert, María José Goyanes... y no supimos diferenciar, los metimos a todos en el mismo saco".
"Tras la huelga", prosigue Tina, los actores impusimos unas condiciones laborales que las compañías no podían sostener y de hecho la mayoría desaparecieron. La iniciativa privada dejó de producir y los teatros han tenido que recurrir a las subvenciones para sobrevivir. Esto al poder le viene muy bien, porque tiene un teatro complaciente y de paso neutraliza la crítica".
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