Slapstick
Slapstick es un término del inglés que designa un bastón con el que hacían sus gracias algunos personajes del teatro bufo y del circo, pero que aplicado al argot cinematográfico sirve para dar parta de identidad a una de las variantes genéricas, más ilustres del cine norteamericano, el cine cómico mudo que tuvo en Keaton, Chaplin, Harold Lloyd y tantos otros sus genuinos impulsores y artífices. Esa tradición, nunca perdida en la historia del cine, sobre todo en Europa, fue recreada luego por grandes actores-directores cómicos, de Jacques Tati a Maurizio Nichetti, con resultados siempre estimulantes. Ahora, Mir, Sans y Gracia, hombres de escena y de televisión, han dado el paso para emular a sus muchos maestros con la realización de Palace, que se coloca bajo el paraguas protector del slapstick, aunque con voluntad de una escritura propia, actualizadora de los logros del género.Palace, inspirado en un espectáculo televisivo anterior, es como las películas del cine mudo, un filme al cual no se le puede pedir una línea argumental férrea, sino una bien hilvanada sucesión de gags visuales capaces de provocar la sonrisa e incluso la carcajada. Gags fundamentados, ante todo, en la tradición: suplantaciones, infidelidades, apariencias y el afán desmesurado de un villano de tebeo dan pie a que El Tricicle se explaye a gusto, destruya varios decorados y realice lo que en líneas generales puede considerarse una película agradable de ver, sin pretensiones, con un humor sólido y un moderado número de sorpresas.
Palace
Dirección y guión: Paco Mir, Carles Sans y Joan Gracia, El Tricicle. Fotografía: José Luis López Linares. Música: Josep Maria Bardagí. Producción: Andrés Vicente Gómez, España-Bélgica-Holanda, 1995. Intérpretes: P. Mir, C. Sans, J. Gracia, Jean Rochefort, Lydia Bosch, Natalie Seseña, Mónica Van Campen, Beatriz Rico, Julia Trujillo. Estreno en Madrid: Tívoli, Acteón, Luchana, Gran Via, Aluche.
El filme narra la historia de tres trabajadores del hotel del título que, interesados en rejuvenecer antiguos laureles, se empeñan hasta las cejas con un ruin usurero -Jean Rochefort, extraño sosias de Alfred Lucchetti- para salvar el negocio. El usurero intentará poner palos en las ruedas para que los tres fracasen en su propósito y quedarse así con el hotel. Estos intentos se realizan en un escenario poblado de extraños visitantes: un jeque, su guardaespaldas y su harén; una mujer que le pone cuernos a su marido cazador con un amante un tanto torpe; una solitaria señorona con su perrito cañiche; una atractiva joven que, despechada por las ausencias de su novio, se emborracha, toma una pócima explosiva y se convierte en devoradora ninfómana; y, en fin, tampoco falta un inspector del Ministerio de Sanidad al que, obvio es decirlo, le ocurren múltiples desgracias.
El Tricicle demuestra, a partir de estos ingredientes, poseer el mismo tino en la gran pantalla que ya le conocemos de sus hilarantes trabajos anteriores. A veces el filme se apoya en demasía en lo previsible, en otras debería pausar un poco su ritmo un tanto alocado, pero en general los logros superan a las pegas. Es una película artesanal en el mejor sentido del término, con unos actores siempre sólidos que superan sin problemas la aparente desventaja de. no poder usar la voz -es éste un filme rigurosamente mudo- y que sirve para demostrar, una vez más, la eficacia del gag visual sin aditamentos. En él, El Tricicle se muestra como pez en el agua y se permite dar vida a media docena de personajes, tour de force del que sale, como siempre, bien librado.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.