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El riesgo de las exclusivas

El despido de un periodista financiero por silenciar sus fuente reabre el debate sobre la utilización de la prensa

Para los periodistas financieros, hablar con individuos que tienen intereses en lo que se publica es algo tan habitual que llega a darse por hecho. No suelen hablar en contra de sus intereses. Lógicamente, es muy raro dar con un agente financiero que hable mal de las acciones que posee o que pronostique una caída de precios de los bonos cuando tiene un montón de ellos. Y a los periodistas financieros eso les plantea un dilema. Evitar fuentes con conflictos de intereses es evitar fuentes que saben lo que pasa. Pero fiarse de ellas equivale a fomentar, las críticas de que los periodistas son utilizados.Estos problemas se pusieron de manifiesto la semana pasada, con la noticia del despido de Dan Dorfman de la revista norteamericana Money. Dorfman, sin duda el principal periodista de información financiera; ha sido capaz durante mucho tiempo de mover acciones con unas cuantas palabras, aunque es mucho más probable, que eso ocurra debido a sus apariciones en el canal por cable de la CNBC que a su columna mensual en Money.

Dan Dorfman ha sido objeto de ataques desde que, la revista Business Week publicó que un. amigo de Dprfman había hecho carrera a, base de abrir puertas al columnista. y que le había convencido para que elogiase, unas acciones dudosas. Business Week añadió que la Comisión de Valores y Cambios estaba investigando esa relación Money relacion. Money reaccionó despidiendo a Dorfman por no revelar a su director la identidad de las fuentes confidenciales citadas en sus columnas. Quizá sea verdad, pero esa explicación también permitió a la revista deshacerse del caro columnista, sin resolver la cuestión de si en realidad había actuado mal.

Venalidad o incompetencia

Para muchos periodistas financieros, el tema más preocupante es si una fuente utiliza al periodista para obtener beneficios rápidos. En los años, ochenta cuando los bonos basura hicieron cundir la impresión de que cualquiera podía maquinar una absorción empresarial, hubo casos en los que un especulador supuestamente poseía una participación considerable en una enipresa con planes para hacer unta fusión. Las acciones daban un vuelco, pero no se oía nada de la maniobra. Se sospechaba que el especulador utilizaba la publicidad generada por su soplo para encontrar compradores para sus acciones.También es frecuente el caso de agentes financieros que elogian unas acciones que tienen pero que les gustaría, no tener, quizá con la esperanza de que la publicidad atraiga compradores que les quiten los valores de las manos.

Estos casos explican por qué algunos periodistas rechazan exclusivas, por temor a que el riesgo de ser utilizados pese más que el beneficio marginal de la aparente exclusiva.

Los periodistas tienen la responsabilidad de saber algo que los antecedentes de los agentes financieros que citan. Esto fue ilustrado en las últimas semanas por la caída de Jay Goldinger, un agente de bonos a quien se cita a menudo, que perdió un montón de di nero con, una apuesta hecha a des tiempo en tipos de interés y de quien ahora algunos clientes dicen que les engañó.

Los periodistas que utilizaron a Goldinger, o no conocían o consideraron irrelevante el hecho de que había sido acusado por la Comisión de Valores de uso de información privilegiada, pleito que ganó ante los tribunales.

Forma parte del trabajo del periodista leer y entender las declaraciones financieras de empresas sobre las que se escribe. El no hacer ese análisis no es ilegal; puede que ni siquiera sea poco ético. Es una señal de incompetencia. No hay duda de que la incompetencia es un problema más grave que la venalidad.

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