Parar Valdemingómez

Leo en la revista Tiempo (21 de agosto de 1995), Un amigo de Felipe González consigue desviar una autovía. Lo vuelvo a leer con el convencimiento de que la vista me falla más de lo que yo pensaba. Pero no, lo pone y esto hace que mis esperanzas renazcan de sus cenizas cual Ave Fénix.¿De quién me puedo yo hacer amiga para conseguir que paren la . maldita incineradora de Valdemingómez? De Felipe, Manzano, Gallardón, del Rey, del Defensor del Pueblo... Me asaltan las dudas, todos tiene obligación de darme una respuesta: Felipe, tú me debes mi granito de arena en las urnas. Manzano, tú eres el alcalde de todos los madrileños, yo lo soy de nacimiento y de corazón. Juan Carlos, tú has contado siempre con mi respeto y admiración. Defensor del Pueblo, el nombre de tu cargo lo dice todo.

Gallardón, verás, a ti te he dejado para el final, porque tú sí me has defraudado. Aunque políticamente. estamos en las antípodas, en las tertulias de cafetín siempre te defendía: un hombre joven con ideas frescas, no todos en el PP tienen por qué ser iguales; no sé, me habías inspirado cierta confianza...

En ésta, mi búsqueda desesperada en pos de un amigo con influencias, me he dado cuenta que lo son aquellos que están dispuestos a seguir la lucha en contra de la incineración, que no piensan cejar en el intento, que nos envenenarán, pero con las botas puestas,

Por eso y en nombre de esa amistad, apelo a todos mis vecinos de Rivas, de izquierdas o de derechas, a los pueblos del Corredor del Henares, a IU, al PSOE, a los Verdes, a Greenpeace, a Aedenat, a las asociaciones de vecinos de todo Madrid, a todos los jóvenes que tienen derecho a un futuro respirable, a los que elaboraron y votaron nuestra Constitución (léase artículo 45), a los Gobiernos pasados, presentes o futuros y, en definitiva, a todos los que crean que el problema de la basura tiene otras soluciones más baratas, menos arriesga das para la salud y menos agresivas para el medio ambiente, para tratar de convencer al señor Gallardón, que le va a costar mucho trabajo explicar algún día a sus hijos cómo a finales de 1995 fue capaz de hacer correr el riesgo a miles de personas de tener que inhalar sustancias (dioxinas, furanos, etcétera) 70.000 veces más venenosas que, el cianuro, sin saber con certeza las consecuencias que de ello se puedan derivar en el futuro, pues en estos momentos no hay forma de medir la emisión de dioxinas durante un tiempo prolongado, lo que tira por tierra cualquier intento legal que pretenda limitar esas emisiones.

Recapacita, Alberto, para que yo pueda contarle a los míos, que cuando eran pequeños hubo un político que fue capaz de dar marcha atrás, antes de cometer un atropello de dimensiones incalculables, y que en todos los grupos políticos hay gente válida y solidaria, cuya máxima es el bienestar de todos los ciudadanos.-