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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

¿Salir del gueto?

"Quise describir personajes lo más Veraces posibles en situaciones cómicas, sin caer en la caricatura". Quien así habla es Josiane Balasko, fenómeno de la comedia cinematográfica francesa, directora, guionista e intérprete de este Felpudo maldito (¿no se le pudo ocurrir un título mejor, dicho sea de paso?), con el cual, también confiesa, intentó sacar el tema de la homosexualidad femenina del "silencio de lo no dicho". Declaraciones de intenciones aparte, el filme parte de una premisa, tan atractiva como insuficiente para mantener en pie todo el edificio de la película: un ama de casa como hay millones, (Abril, tan impresionante como suele y auténtico cimiento sobre el que se apoya toda la credibilidad del filme), casada con un hombre guapo que se la pega de vez en cuando y madre de familia, recibe la visita casual de una camionera lesbiana con la cual terminará no sólo intimando, sino viviendo una relación triangular en su propia casa... y con toda normalidad.Contra lo que suele ser frecuente en el cine norteamericano de estos dilas, desde esa inanidad que es Tomates verdes fritos hasta melodramas bien resueltos como Ellas solas, no hay aquí ninguna pudibundez culpabilizada: Balasko, que es también quien interpreta a la lesbiana, juega sus cartas bien visibles desde el primer momento, y eso la honra.

Felpudo maldito

(Gajon maudit). Dirección: Josiane Balasko. Guión: J. Balasko y Telshe Boorman. Fotografía: Gérard de Battista. Música: Manuel Malou.Productor: Claude Berri para Renn Productions-TF1 Films Production, Les Films Flam, Francia, 1995. Intérpretes: Victoria Abril, J. Balasko, Alain Chabat, Ticky Holgado, Miguel Bosé, Catherine Samie. Estreno en Madrid: cines Palacio de la Prensa, Bristol, Vergara, Liceo, La Vaguada, Canciller, Alphaville.

Fenómeno recaudador

No desprende Felpudo maldito ese tufillo desagradable de lo vergonzante que muestran sus homólogas norteamericanas, aunque comparta con éstas, y a mucha honra, la vocación del gran público. No cabe duda, además, de que Balasko logró su objetivo, y el filme se ha erigido en un verdadero fenómeno recaudador: no está mal para quien pretende que el tema lésbico se convierta en moneda corriente en las pantallas.Los pero!, que los hay, y muchos, tienen que ver con otras cosas, y sobre todo con la flagrante contradicción que supone normalizar un tema socialmente mantenido al margen (o directamente tabú) a través de las formas más trilladas, convencionales y degradadas de la comedia al, uso, sólo que cambiando algunos de sus resortes. Se supone que cualquier partidario del filme aceptará sin ningún reparo que la química que se establece entre, ambas mujeres es posible por algo más que por imperativo del guión o que los hombres puedan ser tan rematadamente tontos como lo es el marido de la Abril.Pero, en todo caso, asombra no poco que haya tanta distancia entre las intenciones y el tema de la película y su tratamiento cinematográfico: quien esto firma, que no es frecuentador habitual del cine de la Balasko (mal o nada conocido en España), se asombra de la escasamente imaginativa concepción de lo que es la puesta en escena que demuestra la cineasta, del poco cuidado que pone en todo lo que no sea la dirección de actores -y aún... O dicho de otra manera, a uno le habría satisfecho mucho más que la (necesaria) reivindicación de una relación lésbica por vía de las imágenes, y sin mojigatería, se hubiese hecho con más rigor formal; entre otras cosas, para que el filme demostrase poseer alguna cualidad fílmica con voluntad de pervivencia, y diferente al mero hecho de proponer un tema así para lograr el mayor público posible. Porque para salir del gueto de lo no dicho no hace falta, con perdón, pegar gritos tan estridentes ni hacer concesiones a una comercialidad tan primaria.

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