Las castañuelas de Doñana
El año hidrológico 1994-1995 fue fatal para Doñana. Apenas cayeron 200 litros por metro cuadrado. El otoño de 1995 ha sido agua bendita. Ha llovido, mucho y bien, sin trombas. En noviembre y diciembre llegaron al parque nacional, a la zona de El Acebuche -la más húmeda-, 530 litros, la media pluviométrica de todo un año. En noviembre fueron 100 litros, que sirvieron para ir empapando la arcilla de las marismas, que empezaron a estar encharcadas en Navidad.Y esta semana ha seguido lloviendo, y mucho. Aparte de lo valioso en sí del agua, Luis Domínguez, jefe de conservación del parque, destaca que lo importante es que "se rompe la racha de cinco años de tremenda sequía. Será", agrega, "el primer invierno en cuatro años que las aves acuáticas tendrán agua en las marismas". El año pasado, los Patos prácticamente no aparecieron por el parque.
Y los gansos -de costumbres menos cambiantes que los ánades-, que llegan a Doñana haya agua o no, verán cómo a las estanterías de Doñana llega abundante su alimento preferido, la castañuela, un tubérculo muy dañado últimamente.
Luis Domínguez aclara que, aunque los periodos de sequía son habituales y cíclicos en Doñana el de ahora estaba resultando especialmente grave porque se alargaba más de lo natural. "Otro invierno seco habría resultado catastrófico".
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