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El político más odiado por la oposición

Andréi Kózirev, de 44 años, era un veterano en el equipo de Borís Yeltsin: encabezaba el Ministerio de Exteriores desde 1990, es decir, desde cuando éste asumió la presidencia de Rusia. Entonces, cuando todavía existía la URSS, el ministerio de Kózirev no tenía prácticamente ninguna importancia y pocos se imaginaban que antes de dos años se convertiría en jefe de la diplomacia de una potencia nuclear heredera del imperio soviético. Kózirev comenzó a aplicar una política claramente prooccidental, culpable, según sus numerosos detractores, de que Moscú perdiera la importancia que había tenido en la arena internacional. Seguramente no ha habido ministro más odiado por la oposición.Andréi Kózirev nació el 27 de marzo de 1951 en Bruselas (Bélgica), en una familia de diplomáticos, soviéticos, y siguió la carrera de sus padres, estudiando en el Instituto de Relaciones Exteriores de Moscú. En 19:34 ingresó en el ministerio soviético, donde llegó a ser jefe de la Dirección de Organizaciones Internacionales y cercano consejero de Edvard Shevardnaze en los años de la perestroika, cuando éste dirigía la diplomacia soviética. En octubre de 1990 abandonó el ministerio de la URSS para pasar a encabezar el ruso.

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El 19 de agosto de 1991, el primer día del intento de golpe de Estado contra el líder soviético Mijaíl Gorbachov, Kózirev lo pasó en la Casa Blanca, entonces sede del Parlamento ruso y de Yeltsin y hoy sede del Gobierno. En diciembre de ese año representó a. Rusia en el grupo que elaboró el Acuerdo de Minsk, que selló la muerte de la URSS.

Su polémico discurso

En diciembre de 1992 protagonizó un escándalo internacional al pronunciar, en una conferencia en Estocolmo, un agresivo discurso digno de los mejores tiempos de la guerra fría. Inmediatamente después explicó que lo había hecho para mostrar lo que ocurriría con la política exterior rusa si al poder llegaba la, oposición parlamentaria.Últimamente Kózirev no sólo era criticado por los nacionalistas -especialmente por la débil posición rusa en el conflicto yugoslavo-, sino también por los demócratas debido a su apoyo a la guerra en Chechenia. Kózirev ha hecho la opción correcta al preferir el escaño parlamentario a su despacho ministerial, ya que de todas maneras tenía que ser sacrificado en aras de la campaña electoral presidencial.

Con Kózirev se acaba una etapa de la política exterior rusa, la de la novia sumisa. Queda por ver si ahora Rusia dejará de ser la novia de Occidente para convertirse en enemiga o si simplemente se contentará con ser más díscola.

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