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Scalfaro rechaza la dimisión presentada por Dini

El primer ministro italiano, Lamberto Dini, presentó ayer su dimisión al presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, quien la rechazó y le pidió que acuda al Parlamento para solicitar apoyo a un nuevo mandato al frente del Gobierno. La dimisión de Dini marca un punto de inflexión en uno de los momentos más bajos de la profunda crisis política que atraviesa Italia, pero no es seguro que sea el preludio de un desenlace.

La diversidad de posiciones entre los partidos políticos en torno a la conveniencia de celebrar elecciones impide, en efecto, vaticinar con certeza que éstas se celebren, y podría muy bien ocurrir que Dini termine por sucederse a sí mismo, al menos durante los seis meses que durará el turno italiano de presidencia de la Unión Europea (UE), a partir de mañana.Dini, un técnico llamado al poder para abrir una tregua en un clima de enfrentamiento insostenible entre los partidos, concluye el año que ha durado su experiencia de primer ministro como un político de prestigio. Apoyado por el centro-izquierda, pero falto de una mayoría clara en el Parlamento, ha demostrado tener la habilidad de negociar apoyos ocasionales. Ha logrado así superar hasta cinco votos de confianza, manteniendo un firme equilibrio inestable. A diferencia de Dini, todos los demás líderes italianos parecen salir deteriorados de esta fase de secuestro de la política, en la que el nivel del debate ha descendido hasta el punto de irritar a los ciudadanos.

Pese a la voluntad declarada de aprovechar la tregua para reformar las instituciones y dar paso a una cacareada Segunda República que impediría las degeneraciones políticas del pasado, los partidos italianos no han conseguido ponerse de acuerdo en nada y, al menos durante los últimos seis meses, el único tema candente ha sido si se celebraban o no elecciones, y cuándo.

El líder de la Alianza Nacional, Gianfranco Fini, que es el político italiano que más se ha reforzado después de Dini durante la tregua del Gobierno técnico, clama en público para que se vote el próximo 25 de febrero, pero asegura en privado que eso no ocurrirá y que se votará a finales de mayo.

Mayo es también el mes favorito de Massimo D'Alema, secretario del Partido Democrático de la Izquierda (PDS), que últimamente ha perdido pedazos de la gran coalición con la que trata de afrontar las elecciones. Ex socialistas y ex democristianos, como Mario Segni, han roto con el centroizquierda por disentir con la línea de reformas institucionales propuestas por el líder, Romano Prodi.

Debido a su situación de simple candidato a primer ministro, sin partido político ni escaño en el Parlamento, Prodi es el líder que más sufre el desgaste del aplazamiento de las elecciones. En atención a él, D'Alema afirma que los comicios deberían anticiparse a febrero, pero el líder del PDS añade la fecha de mayo, porque es la que promueve Dini y el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro. Tras haber sido el principal sostén del primer ministro técnico, D'Alema no quiere romper los lazos con un Dini político y en auge.

Tampoco Silvio Berlusconi pierde la ocasión de cortejar al que fue su ministro del Tesoro. Dini se perfila, en consecuencia, como eventual candidato a presidir un Gobierno tanto de centro-izquierda como de centro-derecha, si no lograra su designio de obtener la simple prórroga del Gobierno técnico durante el semestre comunitario.

Berlusconi, acosado

Acosado por los magistrados que le juzgarán por corrupción a partir del próximo 17 de enero, Berlusconi asegura que quiere las elecciones en febrero, pero acepta negociar, en tanto que líder del centro-derecha, un eventual acuerdo para abrir una fase constituyente que atrasaría los comicios durante dos años. Ése es el objetivo de muchos centristas de derecha e izquierda, por el que se han pronunciado 140 diputados del primer bloque citado y 40 del segundo. En el grupo. de 140 abundan los que sostienen abiertamente que Berluconi no será candidato del centro-derecha a primer ministro en las próximas elecciones.Queda finalmente la Liga Norte, que es el principal obstáculo para que se pueda formar una mayoría estable, y dice que si no se abriera la fase constituyente se debería votar en febrero.

Este galimatías debería aclararse en un debate que se abrirá en el Parlamento, y en las consultas con los partidos que sucesivamente emprenderá el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro. Pero puede también ocurrir que la hora de la verdad pase entre balbuceos y que la actual situación de provisionalidad se prolongue hasta que el Gobierno tropiece en algún obstáculo definitivo. Para que se vote el 25 de febrero, las cámaras deberían ser disueltas, como muy tarde, el 10 de enero.

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