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45.495 Mallorca se lleva la palma

El gordo remoloneó -salió tarde, cuando sólo faltaba un quinto premio por asomarse- antes de decidirse a cruzar el Mediterráneo para gozo de los mallorquines y los estadísticos. Los primeros se repartieron los 35.100 millones de pesetas que vendió la administración número 17 de Palma de Mallorca. Llevaban esperando casi un siglo, desde 1902, a que volviera a señalarles la suerte. Los segundos celebraron el triunfo de la probabilidad matemática: el gordo acabó otra vez en 5, el final más repetido de la historia de la lotería. Lo que se salió de la norma es que la decena del gran premio imitara a la del año pasado; los dos últimos gordos han terminado en 95 y empezado en 4. Insólito. El gordo aterrizó esta vez en una humilde área de la capital de Mallorca cercana al aeropuerto. Cayó fragmentado con generosidad. Ayer se acostaron millonarios los trabajadores de la barriada del Coll d'En Rabassa, pasteleros, floristas y joyeros de la zona, los empleados de Continente, los gitanos del poblado de Son Banya, los residentes de las vecinas Llucmajor y Maria de la Salut y algunos jubilados de Castellón que aprovecharon su viaje del Inserso para acompañar un décimo a la ensaimada. El sorteo de ayer no disimuló su descarada vocación mediterránea. Tras descargar todo el gordo en Mallorca, la suerte se alió con la provincia de Barcelona, que acaparó el segundo premio -23.000 millones cayeron íntegros en L'Hospitalet del Llobregat- y dos quintos. Además, la capital catalana bebió del tercero, de uno de los cuartos y de otro quinto. Madrid, la provincia que más jugó, fue despreciada por el bombo. De los 39.869 millones invertidos los capitalinos apenas recuperaron un 10%. Pellizcos en el tercero, en un cuarto y en un quinto fue todo su bagaje. El tercer premio llegó de la mano de los escolares. Un colegio de un pequeño pueblo de Madrid, San Martín de Valdeiglesias, y otro de Elche (Alicante) hizo millonarios a sus profesores y trabajadores con la excepción de la profesora de Religión del centro ilicitano, que demostró su desapego por la cosas mundanas: no llevaba participaciones. Otro colegio, esta vez en el popular barrio barcelonés del Poblenou, extendió su generosidad a los padres de los alumnos. Entre los tres repartieron 1.576 millones de los 8.424 totales. Con los despojos del acaparamiento catalán llegó la alegría a pequeños pueblos de Badajoz, Almería, Ciudad Real..., que pellizcaron el tercer premio. La localidad leonesa de Sabero olvidó por un día la crisis de la minería al ser agraciada con uno de los cuartos premios. Las penas las compartieron Antonio Camacho y Trinidad Sánchez. Antonio fue consolado con un aplauso de época cuando tuvo que abandonar el cántico de los premios por una traicionera afonía. Trinidad tuvo la mala fortuna de destrozar en la colada un décimo del segundo premio. Pero en ambos casos hubo final feliz. El niño reapareció al cabo sin incidencias y la señora ganó 14,4 millones porque, tras el accidente, tuvo los reflejos necesarios para adquirir nuevas participaciones.

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