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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Estupor

Hemos leído con estupor la información publicada por su periódico el pasado martes 28 de noviembre, sección Madrid, titulada Los estafadores entran por vez primera en la telefonía móvil.La razón de dirigirnos a usted es para llamar su atención sobre la imagen que transmite dicha información, y que responde al cada vez más usado estereotipo que resulta de vincular delincuencia con inmigración.

Pero más allá de ese reiterado uso y abuso de colocar un origen nacional al lado de un delito, el artículo en cuestión contiene una serie de comentarios que, desde un punto de vista antirracista, es necesario criticar.

Según se desprende del texto (aunque no va entrecomillado), la Guardia Civil se sorprende de la formación que tienen los estafadores de la telefonía móvil "tanto por los conceptos electrónicos que dominan como por el número de idiomas que manejan. Hablan español, francés, italiano y su lengua autóctona, el wolof".

Si se nos permite arriesgarnos a emitir un juicio de valor, creemos que esta sorpresa no es sólo patrimonio de la Guardia Civil, sino también del informador.

De otra manera no se explica que la detalle tanto.

¿Por qué ha de sorprender que estos presuntos delincuentes conozcan cinco idiomas y dominen la electrónica? ¿Porque son delincuentes o porque son senegaleses?

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Nos tememos que es este último rasgo el que hace sorprendente la caracterización, ya que rompe el esquema plano que del Sur tenemos en Occidente: pueblos atrasados, sin cultura.

Esta expresión de sorpresa denota una ignorancia que no debería hacerse tan manifiesta desde un medio de comunicación, salvo que pusiera en evidencia a quien la emite, lo que no es el caso que nos atañe.A pegar de que la primera parte del artículo, en la página 1, deja meridianamente claro -incluso con abundantes detalles- que la banda de estafadores está formada por extranjeros (eso sí, todos del sur), el artículo continúa en la página 3 reiterando: "Otra de las características de esta estafa es que se dirime entre extranjeros. Los delincuentes... no son españoles, y los posibles beneficiarios... son también extranjeros".

Este párrafo, que ya no es achacable a la Guardia Civil, no es ingenuo.

Transmite claramente una imagen xenófoba: los extranjeros nos estafan y, para colmo, el beneficio de la estafa es también para ellos.

Parece que el problema no es tanto el hecho de la estafa como quién se beneficia de ella. ¡Si al menos el dinero se quedara aquí!

En esa línea cabría añadir: ¡qué aprovechados y desconsiderados son estos extranjeros!

Pero lo mejor llega al final, cuando el informador sucumbe a la tentación de incluir un toque étnico-cultural al recoger toda una serie de características de la tribu wolof.

Según la Guardia Civil, que sigue sin salir de su asombro, "no tienen sentido de la familia, sino de clan. El que manda, manda, y los demás obedecen sin rechistar...".

Triste es que toda una historia de siglos de relaciones sociales y culturales propias de un determinado pueblo se zanje con unas frases plenas de ignorancia y de desprecio que parten de una burda visión eurocentrista. ¿O habría que decir hispanocentrista?

Triste es que la primera vez que se publica algo del ancestral pueblo wolof, de gran bagaje cultural e histórico, sea para vincularlo a la delincuencia y para simplificar hasta el ridículo sus rasgos.

Pero, en contrapartida, no deja de tener su gracia que sea nada menos que la Guardia Civil, sorprendentemente interesada por la antropología, la que exprese con asombro la frase mencionada.

Finalmente, el informador nos ofrece una serie de datos sociológicos sobre la tribu wolof de dudoso encaje en el contexto de una noticia sobre delincuencia. Pero todavía falta lo mejor, cuando remata el artículo con la siguiente frase: "Son mayoritariamente musulmanes y pueden tener varias esposas".

¿Hay que entenderlo como una interesante contribución al conocimiento de las leyes y costumbres de otros pueblos y creencias? ¿O es simplemente el reflejo de un puritanismo cultural para mayor abundamiento de la xenofobia?

Casi todo los errores o desvaríos tienen solución si hay voluntad de corregirlos.

Lo negro sobre blanco escrito queda. Pero quizá, ese mismo informador y ese mismo medio puedan dedicar el mismo espacio o algo más a hacer un retrato serio del pueblo wolof, muchos de cuyos integrantes han venido a este país, conviven con nosotros, sólo desean poder trabajar en paz y vivir dignamente, y, además, son nuestros amigos.

Quizá así la sociedad española empiece a comprender que, además de enseñar, puede también aprender mucho de los otros.- y Babacar Ndiaye.

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