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Tribuna
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Se ha ido dejando el rastro de inocencia de los elegidos

Un hombre bueno se ha marchado. El cielo ha querido teñir de blancura la tierra para que sea éste el color que rodee la marcha de quien, habiéndolo sido todo, se ha ido dejando el rastro de inocencia que sólo dejan los elegidos.Me ha cabido el honor de conocer y admirar al militar ejemplar que, con su trayectoria castrense, culminada en el gesto del 23 de febrero, logró que no se rompiera el marco de paz que queríamos tener y ello con la incomprensión de -al menos- algunos compañeros; y que tuvo el mérito de no moverse nunca de donde sus convicciones le decían debía estar y al que le cupo la satisfacción (creo que la mayor de su vida) de que al final la casa matriz del espíritu militar español (la Academia General Militar) le reconociera como uno de nuestros grandes capitanes.

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Aunque "sus hechos grandes e claros non cumple que los alabe pues los vieron", entiendo que España le debe no poco de su reciente historia. Tengo para mí que el, general Gutiérrez Mellado, el capitán general Gutiérrez Mellado, pasará no sólo a la historia de España sino a ese otro círculo mucho más exclusivo de la leyenda española, ése donde están el Cid, Hernán Cortés, Guzmán el Bueno y unos pocos más, y que serán nuestros escolares del futuro los que graben en sus retinas esa imagen indeleble del militar que supo simbolizar la dignidad de los españoles frente a la matonería y la barbarie. ("Tan famoso e tan valiente").

Como una estela ha dejado para los militares españoles el mejor regalo: ha demostrado a todos que la verdadera y última finalidad del militar es el mantenimiento de la paz. Espero que no olvidemos nunca esa lección.

Además de ello, en los últimos años he disfrutado del privilegio de trabajar codo a codo con Gutiérrez Mellado en su infatigable lucha por combatir las drogodependencias que estaban -están- asolando a una parte importante de nuestra juventud.

Ha sido maravilloso poder recibir esa lección de fe en la vida y en la juventud que nos deparaba cotidianamente este octogenario ejemplar y que nos ha, no sólo, dirigido e inspirado, sino también animado constantemente en esta batalla contra gigantes que parecían molinos. ("¡Qué maestro de esforzados y valientes!").

Es imposible reflejar en unas líneas las enseñanzas, las emociones y, en definitiva, lo que nos ha sabido transmitir a todos cuantos nos cruzábamos en su camino. Su última gran obra, la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (que propongo se llame a partir de ahora Fundación Gutiérrez Mellado) celebraba precisamente esta semana y bajo la presidencia ejemplar de Su Majestad la Reina, la reunión del Consejo General del Patronato.

Con la voz disminuida por la fatiga pero el espíritu joven de siempre, el general agradeció a los patronatos una vez más su apoyo y no exhortó una vez más a conseguir nuestros objetivos y también nos asombró a todos los que, viendo su estado de salud, nos dijo que pretendía ir a su queridísima Cataluña (que no sé si tuvo plena conciencia de lo que la amaba este "militar castellano", como él se solía referir) para decir a un grupo de jóvenes que "merece la pena vivir la vida".

Ha alcanzado en vida los más altos honores y reconocimientos a los que se puede aspirar. Pero no estoy seguro que España y los españoles seamos conscientes de lo que debemos a Manuel Gutiérrez Mellado que, como no podía ser de otra manera, ha muerto en acto de servicio. ("Aunque la vida perdió, dexonos hartó consuelo su memoria").

Descanse en paz.

Eduardo Serra Rexach es vicepresidente ejecutivo de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), que presidía Manuel Gutiérrez Mellado, y fue secretario de Estado de Defensa.

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